Un asesino serial se define como aquel que mata a dos o más personas en distintos momentos. Sin embargo, más allá de la frialdad de esa descripción, sus historias estremecieron a sociedades enteras y mostraron la incapacidad de las autoridades para frenarlos. Casos emblemáticos como los de Jack el "destripador", Jeffrey Dahmer, Harold Shipman, H.H. Holmes y Pedro López continúan alimentando el miedo y la fascinación en la memoria criminal colectiva.
En 1888, Londres quedó paralizada por “Jack el Destripador”, quien asesinó a cinco mujeres en el barrio de Whitechapel y envió cartas describiendo las atrocidades. Según National Geographic, se sospechaba que era un cirujano o carnicero, pero jamás se descubrió su identidad. Encyclopaedia Britannica sostiene que este misterio enigmático lo convirtió en un mito central de la historia criminal.
Décadas más tarde, el estadounidense Jeffrey Dahmer conmocionó al mundo con su brutalidad. En 1991 fue detenido tras hallarse fotos de cadáveres mutilados y restos humanos en su departamento de Milwaukee. De acuerdo a BBC, utilizaba ácido para disolver cuerpos y asesinó a 17 jóvenes afroestadounidenses. Britannica destacó que la negligencia y el racismo estructural del sistema penal estadounidense prolongaron sus crímenes hasta su captura.
Otros casos mostraron facetas igualmente perturbadoras. Harold Shipman, conocido como el “Dr. Muerte”, mató a más de 250 pacientes en Inglaterra y fue condenado en 2000 tras descubrirse su falsificación de testamentos. H.H. Holmes diseñó un “hotel del horror” en Chicago con trampas mortales y quirófanos clandestinos donde asesinaba a sus víctimas para luego vender los esqueletos a universidades.
Y en Sudamérica, Pedro López, el “Monstruo de los Andes”, confesó haber asesinado a más de 300 niñas entre Colombia, Ecuador y Perú. Pese a ello, fue liberado en 1998 por “buena conducta”, lo que, según Britannica, evidenció la impunidad y las deficiencias legales en la región.
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