Los registros sobre la desintegración de las placas tectónicas Explorer y Juan de Fuca, ubicadas frente a la costa oeste de América del Norte, han despertado el interés de la comunidad científica internacional. Publicados en septiembre por investigadores estadounidenses, estos datos confirman movimientos en la región de Cascadia, una de las zonas sísmicas más vigiladas del planeta.
Según el doctor en ciencias físico-matemáticas del Instituto de Física de la Tierra de la Academia de Ciencias de Rusia, Alexéi Zavyálov, el fenómeno está directamente vinculado al proceso de subducción, donde una placa se desliza por debajo de otra. Este proceso, explicó, puede generar un terremoto de gran magnitud.
Zavyálov detalló que durante la subducción “las irregularidades de las placas pueden quedar enganchadas entre sí, deteniendo su movimiento temporalmente”, pero advirtió que la energía continúa acumulándose. Cuando las rocas alcanzan su límite de resistencia, “se producirá un desplazamiento brusco que liberará esa energía en forma de ondas sísmicas, es decir, un terremoto”.
El especialista destacó que en la zona de Cascadia los sismos de gran magnitud han sido poco frecuentes en los últimos 120 años, lo que sugiere la existencia de una “brecha sísmica” donde la tensión se acumula silenciosamente. Según Zavyálov y otros investigadores, este tipo de procesos también se observa en regiones como Kamchatka, en la costa rusa.
Sin embargo, los expertos coinciden en que se trata de un fenómeno extremadamente lento, que ocurre a lo largo de millones de años. Aunque no representa un peligro inmediato para la humanidad, advierten que un eventual gran terremoto en Cascadia podría desencadenar un tsunami con graves consecuencias para las costas de Canadá, Estados Unidos e incluso Asia.