La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) aprobó por primera vez un dispositivo doméstico que utiliza corrientes eléctricas suaves para tratar la depresión, abriendo una nueva vía de acceso a terapias para millones de personas. Se trata del casco desarrollado por Flow Neuroscience, una empresa sueca que busca “democratizar el acceso” a tratamientos tradicionalmente disponibles solo en clínicas, como señaló su directora ejecutiva, Erin Lee. El dispositivo apunta a una región cerebral clave en el control del ánimo y del estrés, y podrá usarse como complemento o alternativa a los antidepresivos.
El dispositivo funciona mediante estimulación transcraneal de corriente continua, una técnica investigada durante años con resultados variables. Sin embargo, el ensayo clínico decisivo —publicado recientemente en Nature Medicine— inclinó la balanza: 174 pacientes utilizaron el casco durante 30 minutos al día por 10 semanas, y quienes recibieron la estimulación activa lograron mayor alivio de los síntomas depresivos que quienes usaron un dispositivo placebo. Según las mediciones clínicas, el 58 % alcanzó la remisión, con efectos adversos limitados a irritaciones leves en la piel.
Expertos como el doctor del Center for Addiction and Mental Health de Canadá Daniel Blumberger, calificaron la decisión como un punto de inflexión terapéutico. “Esto abre una nueva era de tratamiento para la depresión”, señaló al Washington Post, destacando que la evidencia presentada por Flow resulta más robusta que la de otros equipos domésticos previamente evaluados. La FDA, no obstante, advirtió que persisten limitaciones en cómo se interpretan las escalas de mejoría, aunque concluyó que los beneficios superan los riesgos.
El casco, recargable y con una vida útil estimada de tres años, se conecta a una aplicación móvil que guía cada sesión. Estará disponible en EE. UU. a mediados de 2026 por unos 500 dólares, mientras la empresa negocia con aseguradoras para lograr cobertura hacia finales de ese mismo año. La autorización se limita a adultos mayores de 18 años que no padezcan depresión resistente al tratamiento, condición que requiere intervenciones más complejas.
Flow Neuroscience reportó que ya vendió 55.000 unidades en Europa desde su lanzamiento en 2019 y que recientemente ingresó al mercado australiano. Con el aval estadounidense, la compañía espera ampliar significativamente su alcance y ofrecer una alternativa accesible a quienes enfrentan barreras económicas o geográficas para recibir terapia especializada.