La vida de Christina cambió cuando su hija de 14 años fue captada por la red digital 764, un grupo internacional de jóvenes radicalizados que manipula emocionalmente a menores vulnerables para explotarlos en videollamadas y foros secretos. La captación empezó en una sala sobre autolesiones, donde la adolescente fue elegida como blanco.
"Vi a mi madre cuando la diagnosticaron con cáncer de mama en etapa cuatro y vi cómo luchaba por su vida, y eso no fue tan duro comparado con ver cómo se deterioraba mi hija", relata Christina. El grupo aisló a la menor, la vigiló día y noche y la llevó a perder la estabilidad emocional en pocas semanas.
"La reprimieron totalmente para hacerle sentir que ella no era nada ni sin ellos ni con ellos". La niña dejó de comer, de dormir y de hablar, mientras su madre luchaba desesperada por liberarla del control psicológico. "Como madre, me sentí sola. Tenía miedo, me sentía impotente y desesperanzada". La NCA y el FBI confirman que 764 opera en varios países y se infiltra en plataformas que usan niños a diario.
"Extorsionan a personas por su raza, problemas de salud mental o cualquiera que fuera mentalmente vulnerable para poder usarlo", confesó Cameron Finnigan, miembro condenado a seis años. Las autoridades alertan que estas redes crecen en silencio y solo se detienen cuando los padres vigilan, conversan y denuncian. La historia de Christina advierte que la amenaza es real: el peligro no está en la calle, sino, muchas veces, detrás de una pantalla sin supervisión.