Una oportunidad que se transformó en pesadilla. Tres jóvenes extranjeras, dos de ellas menores de edad, creyeron haber encontrado una salida a sus necesidades económicas. Un mensaje en redes sociales les ofrecía trabajo y una nueva vida.
Pero al llegar a El Pedregal, en Caylloma, fueron retenidas y obligadas, bajo amenazas de muerte, a ejercer explotación sexual. Aquella promesa era una trampa.
La Fiscalía Especializada en Delitos de Trata de Personas logró acreditar cómo Gian Pacheco, Lila Condorchoa y Percy Pacompia captaron a las víctimas con engaños. Las mantuvieron bajo control, aisladas, sin posibilidad de escapar, vulnerando su integridad y derechos humanos.
Por ello el Poder Judicial impuso 35 años de prisión a Pacheco y Condorchoa, y 10 años a Pacompia, por el delito de trata de personas con fines de explotación sexual.
Este caso recuerda la urgente necesidad de estar alertas.
La trata puede empezar con algo tan simple como una conversación virtual. Por eso, es fundamental que las familias, instituciones educativas y la sociedad en su conjunto refuercen la prevención, la educación digital y el acompañamiento. La justicia ha actuado, pero la verdadera protección comienza en el entorno cercano.