Don Carlos Armando Guillén Santacruz, batalló hasta el final de su vida, para conseguir el reconocimiento legal de derechos generados, a su paso por la Municipalidad Provincial de Arequipa, en donde dejó huella ante la prensa, por esa capacidad innata que tuvo, para comunicar, aunque su permanencia en cargos de alta responsabilidad, no fue más allá de los 11 años consecutivos.
El último 12 de julio, a los 87 años de edad, falleció y fue velado en la calidez de su hogar, ubicado en la calle Tacna del tradicional distrito de Yanahuara, entre los buenos recuerdos de quienes lo conocimos, sobre todo cuando fue director municipal (1990-1993), al frente de una de las gestiones de Luis Cáceres Velásquez y parte de Fernando Ramírez Alfaro.
Por esa cercanía que tuvo con Cáceres, natural de Puno, Guillén era considerado su paisano, pero no muchos sabían que era ayacuchano, nacido en el distrito San Miguel, provincia La Mar. Siendo niño, su familia inició el trayecto hacia la ruta del progreso, como millones de peruanos, así pasó por la ciudad de Lima y más adelante, llegó a Arequipa en donde terminó su secundaria, en el Colegio Nacional de la Independencia Americana.
Estudió Economía en la Universidad Nacional de San Agustín (1961 – 1966), profesión que le valió para incorporarse al aparato público en la época de las Corporaciones Departamentales de Desarrollo (Cordes), creadas en el segundo gobierno de don Fernando Belaunde Terry (1980-1985), e hizo su paso por diferentes instancias vinculadas a este nivel de gobierno, en el departamento de Puno.
Así le hizo de un nombre y en 1983 regresó a Arequipa para laborar en la Gerencia General de CORDEA, fue miembro del Directorio de la Autoridad Autónoma de Majes (1990 - 1991), gerente de Administración de la Ex - Corporación de Desarrollo de Arequipa (1984 – 1985), asesor externo del Municipio Provincial de Arequipa (1983-1990), con los alcaldes Dr. José Villalobos Ampuero y Sr. Rafael Braganini Zapater, finalmente, director Municipal de Arequipa (julio 1990 - febrero 1993).
Don Carlos no ponía obstáculos a la prensa a la hora de explicar los pormenores de la tarea municipal, aunque las preguntas fueras formuladas por jóvenes periodistas recién egresados de las aulas de la Universidad Católica de Santa María. Desde sus lentes de medida, de marco negro cuadrado, sus ojos expresaban un claro deseo de que sus planes fueran entendidos.
Y no era para menos. Presidió la Comisión Reorganizadora del Municipio e implementación de los Sistemas Contables, Presupuestales, Financieros, Administrativos e Implementación del Sistema de control, cuando el gobierno local provincial se movía entre montañas de papeles, muy poco organizados y mucho menos concordados entre áreas y oficinas.
UN JUICIO ETERNO. En el año 2016, entrevisté a don Carlos, para entonces llevaba 23 años batallando por una pensión de jubilado, derecho que ya tuvo antes, cuando se amparó en la desaparecida ley de la cédula viva, a sus 45 años de edad. Todos sus años en CORDEA y MPA, no fueron reconocidos y tampoco pudo recobrar lo perdido cuando emprendió carrera administrativa en Arequipa.
Años después, el Poder Judicial le dio la razón, pero las trabas legales y administrativas, continuaron siendo un obstáculo, de esa forma, alcanzó su objetivo a medias, aunque no dejó de batallar hasta el final.