“Algunas veces me toca bautizar a niños con enfermedades terminales. Es difícil ver cómo los padres sufren porque su hijo se muere. Lo usual es que fallezca de viejo y no de joven, pero así es la vida”, esta es la confesión del padre Carlos Santos Mejía, quien a su vez es capellán del hospital Honorio Delgado Espinoza y se convierte en la fortaleza de los enfermos y familiares que sufren al no poder ayudar a sus seres queridos.
El sacerdote no es arequipeño, él nació en Jaén (Cajamarca) y desde los 19 años tiene como único rumbo seguir a Dios y por ese sendero decidió dedicar su tiempo y afecto a los enfermos de los hospitales del país, esta vez en Arequipa.
Pertenece a los Religiosos Camilos, una orden presente en 48 países, abocada a los enfermos con carencias para acompañarlos en sus penas y dolencias y ser la luz de sus caminos.
El padre Carlos, pastor de la parroquia Virgen del Pilar, nos cuenta que todas las mañanas visita cada área del nosocomio. Sabe que los pacientes no siempre están dispuestos a oír sermones, sino a ser escuchados.
“El acompañamiento es espiritual. Se trata de escucharlos sin juzgarlos”, comenta.
Otras veces se cruza con personas no creyentes, aún así no discrimina, pues siempre está para escucharlos.
Santos lleva dos años en el hospital General, pero no es el único que conoce. Antes estuvo en el hospital Goyeneche por un año. Del 2012 al 2016 anduvo en el hospital Belén de Trujillo. Por el 2017 viajó a España donde permaneció hasta el 2020. Hasta que volvió al Perú.
Distintos lugares y formas de convivir, pero el lenguaje de los enfermos suele ser el mismo cuando se precipitan al abismo de la muerte.
“Me dicen que se arrepienten de haberse alejado por muchos años de Dios, eso que no todos son católicos. Hay de otras religiones, pero el sentimiento es el mismo. Cada paciente es un mundo y viven su experiencia de diferente manera”.
Este Viernes Santo, el padre Carlos también estará con ellos, quienes se quedan solos, pues por estas épocas la mayoría de personas descansa por el feriado de Semana Santa. Nos dice que espera que pronto se vuelva a reabrir la capilla donde daba las misas a los enfermos, pero que desde la pandemia se cerró.
Mientras tanto, seguirá visitando a cada paciente que acepte su compañía.