La batalla de Tarapacá es uno de los enfrentamientos terrestres de la guerra del Pacífico. Tuvo lugar el 27 de noviembre de 1879. El héroe Andrés Avelino Cáceres comandaba las divisiones Zepita, Dos de Mayo y una compañía del batallón “Arequipa”; el valeroso coronel Francisco Bolognesi las divisiones de “Exploradores” e “Iquique”; el arequipeño Cipriano Soto Mantilla por su parte dirigía “Los guardias de Arequipa” y el batallón “Gendarmes”, mientras el coronel Mariano Bustamante Mantilla encabezaba el batallón “Cazadores de la Guardia n.º 7”.
Después de más de 10 horas de arduo combate, a las 5 de la tarde las fuerzas chilenas al verse muy reducidas huyeron, alcanzado de esta manera el ejército peruano una reconfortante victoria.
Lamentablemente siempre se ha tratado de minimizar la participación de los arequipeños en la nefasta guerra con Chile, cuando en realidad son numerosos los hijos de esta tierra que derramaron su valiosa sangre en el campo de batalla, así tenemos que en Tarapacá murieron los capitanes Enrique Vargas y Carlos Alberto Odiaga, del batallón “Cazadores de la Guardia Nro. 7”, el capitán Clodomiro Chávez Valdivia y el artesano Mariano Paz, ambos integrantes del Batallón “Guardias de Arequipa”.
El coronel Isaac Recavarren Flores, Jefe de Estado Mayor de la Segunda División, terminó gravemente herido. Similar suerte corrió el teniente Nicanor Málaga, quien pertenecía a la brigada de artillería.
En la primera ambulancia civil estuvo prestando auxilio el joven estudiante de medicina, Mariano Mispireta Smith, como reconocimiento a su labor en Tarapacá, fue ascendido a cirujano de 2.ª clase.
El capitán José Camilo Valencia pertenecía a la quinta compañía del batallón Ayacucho n.º 2, que estaba bajo el mando del coronel arequipeño Agustín Moreno.
Valencia se encontraba luchando valerosamente contra fuerzas enemigas que se batían en retirada a una aldea llamada Huarasina, cuando recibió órdenes del coronel Francisco Bolognesi para que evite que el enemigo se atrinchere en ese poblado, le autorizó que reúna a todas las tropas para que lo acompañen en esta misión, pero los chilenos ya se encontraban instalados en Huarasina y contaban con mayor cantidad de hombres de los que disponía el Capitán Valencia; a pesar de la adversidad no se amilanó y para que el enemigo se vea en la necesidad de escapar, tuvo que incendiar el poblado.
Después llegó hasta la tienda del primer jefe del Regimiento Segundo de Línea del ejército chileno, Eleuterio Ramírez a quien le solicitó su rendición, recibiendo como respuesta sarcástica y burlona: “Chile es muy grande para que se rinda ante un enemigo de...”
El capitán Valencia, lleno de ira saltó sobre el ofensor, quien se desplomó con el cuello herido producto de una estocada mortal.
De no haber sido eliminado el destacamento enemigo en Huarasina, diferente hubiera sido el desenlace de la batalla, en vez de victoria hubiera sido una nueva derrota para los peruanos. Por su valiente participación en Tarapacá, el capitán fue ascendido a Mayor.
Una vez terminada la lucha, los sobrevivientes se dirigieron a Arica, mientras los heridos fueron atendidos por el cura del pueblo, ayudado por tres rabonas y una arequipeña residente en Tarapacá llamada Mercedes Paredes. Para poder salvar la vida del coronel José Miguel Ríos, quien se encontraba grave, Mercedes Paredes se vio en la necesidad de ir a Iquique en busca del doctor Vicente Federico Eck . Tres días después regresó con el doctor Eck, pero lamentablemente el coronel Ríos y los demás heridos ya estaban con gangrena.