Un nuevo edificio piramidal fue descubierto en las cercanías de Caral, la ciudad prehispánica que alberga la civilización más antigua de América, con unos cinco mil años de antigüedad, según informó el Ministerio de Cultura (Mincul).
El edificio se encuentra en el centro urbano de Chupacigarro, contemporáneo de Caral, en la zona del valle de Supe, al norte de la región de Lima.
Como parte de la ampliación de las investigaciones arqueológicas en la zona, el equipo multidisciplinario de la Zona Arqueológica Caral realizó el hallazgo en el denominado ‘sector F’ de Chupacigarro, a un kilómetro al oeste de Caral.
“Las recientes exploraciones arqueológicas permitieron identificar este nuevo edificio, cubierto por un pequeño conjunto de árboles de huarangos secos y maleza. Al retirar estos arbustos, los muros de piedra se hicieron visibles, revelando al menos tres plataformas superpuestas”, explicó el informe.
Los muros contienen grandes piedras colocadas de manera vertical, conocidas como ‘huancas’, que marcan las esquinas del edificio cuadrangular. Además, cuenta con una escalera central que conducía a la cima.
El Ministerio de Cultura señaló que las investigaciones en este edificio permitirán al equipo dirigido por la arqueóloga Ruth Shady, descubridora de Caral, conocer la traza urbana completa del centro urbano de Chupacigarro. Esto contribuirá a la puesta en valor del asentamiento para su visita junto a Caral.
Chupacigarro se encuentra en una pequeña quebrada y forma parte de un sistema mayor que incluye la Ciudad Sagrada de Caral y otros asentamientos arqueológicos en el valle de Supe, pertenecientes a la civilización Caral (3000-1800 a.C.).
En la quebrada, que servía como vía de comunicación natural con la costa, existen 12 estructuras consideradas públicas o ceremoniales, ubicadas en las cimas de pequeñas colinas y dispuestas en torno a un espacio central.
Los expertos indican que los edificios varían en tamaño, orientación y características, aparentemente por factores funcionales. En la periferia, la arquitectura residencial se compone de pequeños edificios presididos por uno principal, que cuenta con una plaza circular hundida, típica de ese período histórico.
“Estos indicadores confirman la existencia de un pequeño centro urbano con varios edificios públicos y seculares, que abarca un área de 38,59 hectáreas”, destacó el informe.
Chupacigarro se ubicó en un punto estratégico, cercano al valle bajo y al litoral, lo que facilitaba la obtención de productos marinos. Sus habitantes también accedían al bosque ribereño, a puquios o manantiales, a canteras de piedra y a campos de cultivo.
“El asentamiento no era visible desde el valle, lo que sugiere que formaba parte de una extensión de la Ciudad Sagrada de Caral, posiblemente con una función más privada o religiosa”, señaló el Ministerio de Cultura.
Uno de los hallazgos más representativos en el sitio es un geoglifo de 62,1 metros por 30,3 metros, visible solo desde un punto estratégico de Chupacigarro.
El gran dibujo representa una cabeza de perfil con el estilo prehispánico norteño de Sechín y fue trazado con piedras angulares. Su orientación apunta al este, con el ojo cerrado, la boca abierta y una representación del cabello batido por el viento o de ‘sangre’ fluyendo desde la cabeza.