Durante 38 años en Arequipa existió un medio de transporte conocido como el tranvía de sangre que eran carrozas jaladas por dos caballos y servía para trasladar a los ciudadanos arequipeños a diferentes partes del centro histórico. Nació en 1975 y desapareció en 1913.
Según los recortes periodísticos de los diarios El Eco del Misti, El Deber y La Bolsa, el 14 de marzo de 1875, fue inaugurado el ferrocarril urbano de Arequipa (FCUA), cuyo primer gerente fue Lorenzo Talavera. Arequipa revolucionó con este servicio que tenía paraderos como en la calle Octavio Muñoz Nájar en ese entonces el nombre de ese sector era la Ranchería.
“El movimiento de los coches partía desde las estaciones, entre las cuales se contaba a las de la Estación del ferrocarril y de la Ranchería”, se lee un aviso publicitario en el Diario El Eco del Misti.
Asimismo, la oficina principal de la empresa se ubicó en la tercera cuadra de la calle Palacio Viejo, en finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX esa arteria arequipeña tenía el nombre de calle Del Palacio y funcionaba el Banco del Perú y Londres (hoy vemos al edificio denominado Sudamérica).
El tranvía urbano tenía como carruaje de pasajeros unas tarimas que, descansadas sobre dos ejes, en las fotos se aprecian asientos para ocho a 10 pasajeros.
En el libro Texao Tomo I de 1982 del historiado arequipeño Juan Guillermo Carpio Muñoz, se detalla que “los coches o carrozas tenían un techo de madera sostenido por cuatro vigas y no prestaban puertas, ni paredes, ni ventanas, de tal suerte que los pasajeros podían subir por acceso directo a la banca en que tomarían cupo. Lo curioso del caso es que este ferrocarril no era ni a vapor, ni a gas, ni cosa por el estilo ... sino a tracción animal: caballos percherones, mulas y hasta burros halaban los coches que se deslizaban traqueteando sobre rieles.
Estos “Tramways” utilizados también sin bancas para el traslado de mercaderías y equipajes entre la “ciudá” y la estación, obviamente no eran veloces, pero ofrecían a los arequipeños la facilidad de trasladarse sin mayor esfuerzo, sin maltrato de sus perifollos y sobre todo sin que las telas d e sus vestidos huelan a sudor de caballo ¡Oh sofisticaciones de la urbanidad!.. Sin embargo, no fueron pocos los accidentes que ocasionaban el discurrir del “urbano”, ni tampoco es justo que olvidemos mencionar el terrible esfuerzo de las bestias de tiro cuando tenían que remontar subidas como las “del puente”, en las que habían caballos de “retén” para ayudar a jalar los coches ocupados por más de una matrona de respetables volúmenes”.
Este tranvía urbano o de sangre nació como idea en New York (EE.UU.) para dar transporte a sus pobladores, en Arequipa llegó en 1975 incluso tres años antes que lo usarán en Lima.
El pasaje costaba desde 10 centavos, las tarifas eran publicadas en los diarios de entonces. (ver foto recopilada por el blog Arequipa Tradicional).
El adiós del tranvía de sangre. Según el blog Arequipa Tradicional, en 1907 el Concejo Provincial de Arequipa otorgó a Carlos Espejo y Ureta una concesión para la construcción y explotación de ese nuevo sistema de transporte de pasajeros, es decir se apoderó del FCUA, seis años después en 1913 quebró el exitoso negocio del tranvía de sangre para dar paso al transporte eléctrico.