Cultura

Especial: El diablo penitente en el púlpito de Catedral

Cuenta con más de mil detalles artísticos que exponen la victoria del bien contra el mal, de la luz contra la oscuridad

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DIARIO VIRAL

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Cuando uno ingresa en la nave central de la Catedral de Arequipa, no puede dejar de ver al gran púlpito de madera que se encuentra en el ala derecha, en medio de dos pilares centrales. Lo que más llama la atención es la bella talla de un diablo, con expresión penitente, siendo derrotado por la contundencia del Evangelio.

El púlpito se hizo en Lille, Francia, en los talleres del famoso artesano Charles Buisine-Rigot (1820-1893), cuyos trabajos se encuentran principalmente en Europa. Fue la señora Francisca Javiera Lizárraga de Álvarez Comparet quien solicitó se hiciera el púlpito para la Catedral, dejando su casa como legado para que fuera vendida y con ese capital se construyera un nuevo púlpito que reemplazara al gravemente dañado por un incendio en 1844. La herencia permitió reunir unos 6000 pesos de la época.

En las actas del Cabildo Eclesiástico del 6 de febrero de 1877 se menciona que se buscó sin éxito en Lima, Cusco y Arequipa a un artista capaz de construir el púlpito. Por ello se pidió a Juan Mariano de Goyeneche y Gamio, ministro plenipotenciario del Perú en Francia, que contratara a algún maestro europeo. El diplomático encargó el trabajo a los talleres de Buisine-Rigot en Lille.

Según el historiador Víctor N. Benavente, el barco que traía las piezas del púlpito tuvo que seguir hasta Panamá debido a la guerra con Chile y el bloqueo de puertos. Aún así, llegó a Arequipa en 1879, en plena contienda bélica. El armado se realizó al año siguiente por artesanos locales con ayuda de Don Dámaso de Romaña.

La imagen del demonio pudo haberse inspirado en una leyenda francesa sobre La Gargouille, un dragón que vivía cerca del río Sena y que en el año 600 fue dominado por el sacerdote cristiano Romanus con la señal de la cruz y palabras del Evangelio.

En 2012, tras 134 años, Monseñor Javier Del Río Alba ordenó la restauración del púlpito que estaba literalmente a punto de caerse. El terremoto de 2001 lo había inclinado hacia el lado izquierdo, dañando sus columnas interiores. 

Los artesanos resanaron 80 piezas, reparando detalles de frutas, animales mitológicos, pétalos de flores, alas de ángeles, dragones escamados y el dedo índice de San Pedro. También se desmitificó la leyenda de que había una puerta a las catacumbas bajo el púlpito.

Desde 1965, tras el Concilio Vaticano II, los púlpitos dejaron de usarse en la liturgia debido al avance tecnológico. El último arzobispo en usarlo fue Leonardo José Rodríguez Ballón.

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