En el marco del hay festival se tuvo la oportunidad de conversar sobre tecnología y capitalismos y las formas cómo esto afecta a la búsqueda de la verdad.
¿Cómo crees que la intersección entre tecnología y capitalismo está afectando la forma en que se consume y se produce información en la sociedad actual? Las grandes empresas de Silicon Valley han desarrollado tecnologías que mercantilizan la información y las comunicaciones, lo que podríamos denominar la sangre y el esqueleto de nuestras democracias. Aquello que nos permite deliberar, informarnos, conocer la realidad y en definitiva tener la capacidad para tomar decisiones informadas sobre los asuntos públicos ha sido mercantilizado. Cuando esto ocurre, la economía de mercado y la democracia liberal, en teoría en armonía, como señalaron los teóricos liberales tras la Guerra Fría, se bifurcan y el autoritarismo emerge como la única solución para mantener las relaciones de propiedad capitalistas intactas. Ocurrió tras la Segunda Guerra Mundial y está sucediendo en el presente, como ilustra la victoria de Donald Trump, que, a diferencia de su elección anterior, ahora cuenta con el apoyo mayoritario de las tecnológicas estadounidenses, más preocupadas por mantener sus beneficios intactos que por las libertades y los derechos de los ciudadanos del planeta.
En tu libro “Despertar del sueño tecnológico” (2019), usted critica la idea de que la tecnología es una solución universal para los problemas sociales. ¿Podría expandir sobre esta idea y cómo cree que podemos abordar los problemas sociales de manera más efectiva? Esta es una idea que tomo de Evgeny Morozov, quien indica que la solución de problemas es una cuestión política en grado máximo. Por tanto, debemos pensar en formas de que las asociaciones ciudadanas, los movimientos sociales y los trabajadores tengan las infraestructuras tecnológicas para tomar decisiones por sí mismos. También los Estados, en oposición a las empresas, y tras intervenir sobre la propiedad de esas redes, deben dar respuesta a los problemas más importantes que afrontamos: la desigualdad y el cambio climático. Esta es una tarea que debe impulsarse de manera conjunta por los países, pienso por ejemplo en el caso de América Latina, donde Brasil, Chile, Colombia y México podrían articular una respuesta contra Silicon Vally basada en bloquear sus infraestructuras y erigir otras propias, centradas en devolverle el poder político a la gente. Creo que eso serviría para que recuperaran la confianza en la democracia y arrinconar a las fuerzas ultras en sus foros de incels, gym o crypto bros.
¿Cuál es el futuro de la información ante la invasión de textos, videos, audios, creados por las IA’s y que van generando una especie de realidad que cubre la verdad? El presente es lo suficientemente catastrófico, no hace falta proyectarse hacia el futuro: la ultraderecha ha institucionalizado esa información en plataformas mediáticas de todo tipo (canales en Youtube, podcasts, medios digitales, espacios onlines como 4chan, etc.) para promover la confusión y la ignorancia generalizada, lo cual provoca un negacionismo de nuestro problema estructural y antepone la violencia contra el otro a la hora de solucionarlos. Debemos responder con la misma radicalidad que ellos movilizan en redes. No podemos conformarnos con defender la democracia liberal, está muerta. Solo una alternativa postsocialista nos salvará.