La casa donde nació Mario Vargas Llosa, en pleno corazón de Arequipa, revive con una propuesta museográfica renovada que combina historia, memoria familiar e inteligencia artificial. En la habitación donde una partera inglesa asistió a Dorita—su madre—la madrugada del 28 de marzo de 1936, comienza el recorrido que narra el origen del Nobel peruano. Esa misma escena, que según su primo Luis Llosa lo conmovió profundamente, hoy forma parte de una de las quince salas del renovado Museo Mario Vargas Llosa.
La casona, construida a fines del siglo XIX, fue rescatada casi por azar. Tras ser adquirida por una empresa de belleza para convertirla en centro de entrenamiento, las protestas ciudadanas recordaron que allí había nacido el escritor, justo dos meses antes de que obtuviera el Premio Nobel de Literatura en 2010. El dueño decidió donarla, y Luis Llosa asumió la creación de un museo audiovisual único, con material grabado del propio Mario antes de que su obra fuera inmortalizada.
Inaugurado en 2014, el museo cayó luego en abandono hasta que, con motivo del X Congreso Internacional de la Lengua Española, el cineasta emprendió una recuperación total. La novedad: el uso de inteligencia artificial para animar imágenes reales del escritor y dar vida a nuevas salas, como la dedicada a su incorporación a la Academia Francesa o “El tren de la vocación”, un espacio que recorre su juventud en Piura, su salto a París y España, en un viaje visual que avanza por las ventanillas de un tren simbólico.
Otra de las atracciones renovadas es “El bar del Boom”, una calle barcelonesa recreada donde un holograma de Vargas Llosa conversa con personajes emblemáticos de sus novelas: Lituma, Zavalita y el cadete Beto. A ello se suman salas dedicadas a su etapa política, su Nobel, los arequipeños notables y el universo de La casa verde, entre otros espacios que amplían la experiencia narrativa del museo.
El recorrido culmina con un homenaje íntimo: una sala dedicada a Patricia Llosa, compañera de vida del escritor, a quien su hermano Luis describe como la heroína silenciosa del clan familiar. Junto a una carta del padre del cineasta dirigida a un joven Mario—“Flaco, persevera, tú vas a ser un gran escritor”—el museo rinde tributo no solo al autor, sino a la familia y a la ciudad que vieron nacer una de las voces más influyentes de la literatura hispanoamericana.