La estructura de tu poemario es no lineal ¿Qué quieres expresar con esto? La idea de estructurar el poemario para que pueda leerse de ambas caras surge durante el proceso editorial: la noción de lo rizomático estuvo presente desde las primeras conversaciones con mis editores y es ahí donde surgió la necesidad lúdica de establecer un formato no convencional. Es por eso que elegí a Parque Vacío porque se especializan en este tipo de publicaciones. Gracias a ello es que después podemos ver cómo el libro se extiende de principio a fin, de ambos lados, como una gran raíz que no puede encontrarse más que así misma. Está carente de un tronco o de cualquier verdor, para mí es la representación de un vestigio de vida, de algo que apenas echó raíces y fue arrancado.
¿Cómo dialogan el derecho y la poesía en tu escritura? Más que como discurso o como compendio de teorías, creo que es mi paso por la escuela de Derecho lo que ha mantenido un diálogo constante con mi escritura. Pero si intentara establecer conexiones, teniendo en consideración las dificultades que existen desde la academia para establecer un diálogo entre la teoría literaria y el Derecho, no puedo imaginarme lo difícil que debe ser vincularlo directamente con la poesía, sin que se destruyan mutuamente a través del lenguaje. No obstante, queda claro que ambas son grandes ficciones, una capaz de articular y tangibilizar los procesos humanos en un mar de papeles; y otra, de definir no sólo las pasiones humanas sino lo más ininteligible de la existencia en poco menos que una servilleta.
¿Qué evolución percibes entre “Niebla Acústica” y tu último poemario? Un gran salto, creo que gracias a tener un verdadero proceso editorial. Niebla Acústica tuvo prácticamente un trato de imprenta, llegué con el concepto y salí con el mismo. En cambio, en esta última publicación, hubo un continuo proceso que permitió disolver de manera colectiva el yo poético para enraizar en los lectores una experiencia estética superior. Mientras que Niebla Acústica es un tanteo personalísimo en la oscuridad nebulosa de Lima; Breve destrucción de las canículas, es gracias a Moisés, Harold y Tanya, una chispa colectiva para encender de verdor los prados de Arequipa.
¿De qué manera tu experiencia en AELIT-UNSA ha influido en tu proceso creativo? Creo que parte del proceso creativo de todo artista también involucra una cuota de compromiso social. La pandemia afectó mucho a la Escuela de Literatura: cero revistas, cero talleres, cero congresos, cero tradición. Por eso, junto a Mike Calla y a Sebastian Salcedo, es que decidimos fundar la primera Asociación de Estudiantes de Literatura de la UNSA. Motivados en principio por la preexistencia del club de lectura ARREBOL de Angélica Salazar y por el contacto que hicimos con otros centros de estudiantes de literatura de Lima, AELIT tiene el propósito de dignificar y retomar el espacio que le corresponde al profesional de la Literatura en la escena literaria de la región. No hay nada más creativo que avanzar acompañado por tu generación.