El libro infantil “Lalita, mi niña andina” de Ysabel Rodriguez Otawanta, (Kuyay Editores 2025) e ilustrado por Vanessa Pinto, nos transporta al impresionante Cañón del Colca, uno de los paisajes naturales más emblemáticos del Perú. A través de una narrativa cuidadosamente construida y un despliegue visual detallado, este libro se inscribe dentro de la creciente corriente de literatura ilustrada infantil en el país, destacándose tanto por su estética como por su profundidad temática.
La trama sigue a Edu y Lalita. El relato se desarrolla con un ritmo pausado pero envolvente, permitiendo que los lectores se familiaricen con la geografía y las costumbres del lugar. No hay grandes giros argumentales ni conflictos dramáticos exagerados, sino una exploración sencilla pero significativa de la identidad y el entorno.
Uno de los mayores aciertos de “Lalita” es su ambientación. El cañón del Colca, con su vasta geografía y su riqueza cultural, se convierte en un personaje más de la historia. La obra captura la esencia de este lugar mediante descripciones precisas y un uso vibrante del color en sus ilustraciones. Las montañas, el vuelo de los cóndores y los tejidos de las comunidades locales se integran en la trama, permitiendo que los pequeños lectores experimenten la identidad andina de una manera accesible y atractiva.
Además de su entorno natural, el libro presenta elementos del folclore y la tradición oral, lo que lo convierte en una valiosa herramienta de difusión cultural. La conexión con la cosmovisión andina, presente en la historia, refuerza la importancia de la naturaleza y la comunidad en la vida de los personajes.
En la actualidad, la literatura infantil ilustrada en el Perú ha ganado relevancia con autores y artistas que buscan transmitir valores y cultura a través de imágenes bien trabajadas. “Lalita” se inscribe en esta tendencia al combinar una narrativa clara con ilustraciones que refuerzan el sentido del relato. Los colores y los detalles gráficos permiten que los niños se sumerjan en la historia, al tiempo que los adultos pueden apreciar la composición visual.
Las ilustraciones no solo complementan el texto, sino que también dialogan con él, proporcionando pistas sobre la historia y generando interpretaciones múltiples. Esto es especialmente importante en un contexto como el peruano, donde la oralidad y la imagen han sido históricamente fundamentales para la transmisión de conocimientos.
El impacto de “Lalita” en la literatura infantil peruana radica en su capacidad de equilibrar tradición y modernidad. Al contar una historia situada en un contexto andino, el libro contribuye a la representación de la diversidad cultural del país y ayuda a los niños a identificarse con su propio patrimonio.
Además, el texto abre un espacio de diálogo sobre temas como el respeto por la naturaleza, la identidad cultural y la importancia de la comunidad, elementos esenciales para la formación de valores en las nuevas generaciones. En un momento en el que la literatura infantil en el Perú está en auge, con mayor presencia en ferias y bibliotecas, “Lalita” se posiciona como una obra significativa dentro del panorama editorial.