“Este libro sería prácticamente imposible de publicar en 2025.” Así inicia la reflexión sobre La muerte en Venecia, una de las novelas más intensas y controvertidas de Thomas Mann. Publicada en 1912, la obra retrata el derrumbe moral de un hombre culto frente a una belleza prohibida, la del joven Tadzio, en medio de una ciudad que se hunde lentamente en la enfermedad.
Gustav von Aschenbach, protagonista de la historia, es un escritor alemán de vida disciplinada y espíritu apolíneo. Su existencia, forjada en el esfuerzo, cambia radicalmente al conocer a Tadzio, un adolescente polaco de una “belleza indescriptible”. Fascinado, el intelectual justifica su admiración como un acto artístico: “La belleza es el camino del hombre sensible al espíritu, solo el camino, solo el medio”, reflexiona Gustav, en una defensa filosófica del deseo contenido.
Poco a poco, la contemplación se transforma en obsesión. Aschenbach se convierte en un perseguidor silencioso del joven, mientras la ciudad enfrenta una epidemia de cólera que las autoridades intentan ocultar para proteger el turismo. La belleza, el arte y la muerte conviven en un mismo escenario de decadencia y represión.
La historia tiene un trasfondo autobiográfico. Mann, casado y padre de seis hijos, reconocía en sus diarios su sensibilidad homosexual y su lucha interna entre el deber y la pasión. El escritor irlandés Colm Tóibín recuerda el origen de la novela: “Al final de su vida su mujer, Katia, escribió sus memorias y dice que en el año 1911 fueron a Venecia con Thomas, y que cada día en la playa había un chico muy guapo, de una familia de Polonia, y que Thomas lo miraba constantemente”, contó a WMagazin.
Nacido en el seno de una familia burguesa —hijo de un empresario alemán y una intelectual brasileña—, Mann vivió entre exilios y guerras. Su pensamiento se nutrió de Nietzsche y Platón: lo apolíneo frente a lo dionisíaco, el ideal frente al caos. En La muerte en Venecia, esa tensión culmina en la autodestrucción del protagonista, metáfora del colapso moral y espiritual de una época. Una lectura que, más de un siglo después, sigue resonando como un espejo de nuestra propia decadencia.