Cultura

Víctor Apaza, el santo popular de Arequipa

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MANUEL TORRES CASTILLO

MANUEL TORRES CASTILLO
redaccion@diarioviral.pe

Al visitar el cementerio General de la Apacheta, es cotidiano ver a gran cantidad de personas, la mayoría mujeres y de condición humilde, acercarse silenciosamente a un nicho del pabellón San Hilarión, después de tocar la lápida y santiguarse, colocan ramos de flores y cartas; algunas personas incluso lloran, pidiendo desesperadamente un favor a quien en los últimos tiempos se ha convertido en la esperanza de los más desdichados: Víctor Apaza Quispe.

EL CRIMEN. El 17 de setiembre de 1971, Víctor Apaza fue fusilado en la cárcel del siglo XX acusado de matar a su esposa, Agustina Belizario Capacoilas de 43 años de edad quien murió golpeada y apedreada.

La mañana del 25 de enero de 1969, Víctor Apaza acudió al puesto de la Guardia Civil de La Joya para denunciar la desaparición de su cónyuge, declaró que el 23 de enero al retornar de su trabajo se dio con la sorpresa de que no estaba en su hogar y a pesar de su búsqueda no había podido encontrarla. Desde un inicio el sargento segundo, Enrique Martínez Acosta apuntó que el denunciante era el principal sospechoso, pues en sus investigaciones pudo conocer que Apaza no tenía muy buena reputación en el pueblo.

La policía con colaboración de los vecinos emprendió la búsqueda; el 2 de febrero cerca de la antigua estación del tren encontraron enterradas una pala y una picota, que fueron reconocidas como propiedad de Apaza, por sus hijos Alejandrina y Francisco.
Al inicio Apaza negó que las herramientas encontradas fueran suyas, sin embargo después lo aceptó, pero insistió en desconocer del paradero de su esposa. Este hecho fue considerado prueba suficiente para tomarlo preso.
La indagación continúo y finalmente hallaron el cuerpo inerte de la desafortunada mujer, se encontraba junto a un túnel de regadío enterrado a un metro de profundidad.

Apaza no pudo negar más su delito y se confesó como el culpable del asesinato y enterramiento del cuerpo. 
La versión que dio a la policía fue que el día que fue a trabajar como guardián de una construcción realizada por el Ministerio de Fomento, cerca de la medianoche se durmió y soñó que su mujer lo engañaba con otro hombre, desesperado se despertó y rápidamente regresó a su pueblo, próximo ya a su domicilio vio cerca de su esposa a un hombre, el cual escapó rápidamente, la pareja protagonizó una acalorada discusión; en un momento de ira y descontrol, Apaza le dio golpes de puño a su esposa y por último, con una piedra le dio dos golpes, uno en  la cabeza y otro a la altura del cuello, cayendo la agraviada sobre las líneas del tren, después enterró el cuerpo.

CONDENADO A LA PENA DE MUERTE. Mediante Sentencia del Segundo Tribunal Correccional de Arequipa, el 19 de julio de 1971 Víctor Apaza fue hallado responsable del delito de homicidio calificado, sancionado por el artículo 152 del Código Penal. El Tribunal sostuvo que cometió el homicidio de su cónyuge con «ferocidad, alevosía y perfidia».

Para salvarse de la pena de muerte, Apaza argumentó que solo estaba casado religiosamente con la víctima y que por consiguiente no se le podía juzgar por el crimen de uxoricidio; a pesar que nunca se encontró la partida de su matrimonio civil, igual fue condenado a la pena de muerte.

El 14 de setiembre de 1971 la Corte Suprema de la República, firmó la resolución en donde se le condenaba a la pena máxima. Según el abogado defensor, el fiscal supremo no exigió la pena de muerte, sino la de internamiento en prisión.
Al día siguiente, el abogado César Villalba le comunicó a Apaza la decisión de la Corte Suprema. Este lloró desconsoladamente, pero luego lleno de consuelo exclamó: «Aún tengo esperanza... confío en Dios»

Apaza trato por todos los medios, encontrar la absolución, incluso envió un telegrama al presidente Juan Velasco Alvarado solicitando su indulto.

La ejecución de Apaza tuvo lugar la madrugada del 17 de setiembre de 1971, en la antigua cárcel del siglo XX, minutos antes del fusilamiento, el sentenciado pidió cambiarse de ropa, se vistió con una camisa limpia, un pantalón y zapatos nuevos. A las 4:35 a. m. se realizó la descarga de los disparos y se le dio el tiro de gracia en la frente.

Sus últimas palabras fueron: “Jesús, misericordia” A su entierro acudieron más de dos mil personas, quienes se sintieron conmovidas por la forma en la que murió. 
Apaza es último reo condenado a muerte en Arequipa.

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Diario Viral

Redacción

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