Escribe: Nancy Cutimbo Castillo.
Ana recuerda claramente cómo era su casa de infancia: muros de sillar y techo de calamina que apenas resistían el frío y el calor. Hace 15 años, sus padres comenzaron a construir progresivamente con ladrillo y concreto. El sueño de una vivienda más digna parecía tomar forma, pero nunca hubo planos ni arquitectos. Un tío que era maestro de obra fue el único guía. Las dos primeras habitaciones se levantaron con puertas al patio, sin considerar la orientación del sol o el viento. Hoy, Ana —ya madre de familia— lamenta la falta de planificación porque luego construyó el baño que queda cruzando el patio, la cocina está lejos y es de material de drywall.
Su historia es la de miles de familias en Arequipa. Según estimaciones de la Cámara Peruana de la Construcción, el 70 % de las viviendas en el país se edifican informalmente, sin planos, sin licencia ni supervisión municipal, y en muchos casos utilizando materiales de baja calidad.
La autoconstrucción trae consecuencias como infraestructura inestable que requerirán reforzamiento a futuro, contribuye al déficit cualitativo de vivienda, además la falta de cimientos sólidos y estructuras resistentes aumenta la vulnerabilidad a los sismos.
“Por ello la asistencia técnica es fundamental, te da confianza. La vivienda se hace para vivirla y disfrutarla. Si es un buen diseño eso se valoriza más y te da ingresos. En la parte estructural no se puede olvidar que Arequipa está en una zona sísmica”, indica el gerente regional de Vivienda, Jacinto Rosas.
LO INFORMAL SALE MÁS CARO. Impacto de la producción progresiva de vivienda en el Perú urbano (2024)” es un estudio de la ONG Hábitat for Humanity que reveló que construir sin asistencia técnica y de forma progresiva resulta 59 % más caro. El costo promedio de la producción progresiva de vivienda asciende a 61 449 dólares, frente a los 38 670 dólares que cuesta una vivienda planificada y construida formalmente.
Los sobrecostos no solo responden al gasto extra en materiales o mano de obra mal aprovechada, sino también a las consecuencias a la salud de vivir en condiciones inadecuadas. “Esto afecta directamente a las familias, especialmente a aquellas de bajos ingresos, perpetuando un ciclo de pobreza”, señala el informe.
CONSTRUIR CON PLANOS. La arquitecta Fernanda Díaz anota que el primer paso para levantar una vivienda segura es la planificación técnica, ajustada al Reglamento Nacional de Edificaciones. El insumo básico es la elaboración de los planos de diseño de arquitectura que luego servirán para el plano de ingeniería civil, electricidad y sanitarios. Esto puede tener un costo promedio de 12 a 15 soles por metro cuadrado. Con este expediente se debe de tramitar la licencia de construcción ante la municipalidad.
“Si no tienes tus planos de construcción, es como caminar para atrás, porque ya invertiste y luego tienes que arreglarlo. A la larga te das cuenta que construir sin planificación te saldrá más caro”, advierte la especialista.
Ana sabe que, si desea mejorar su casa, deberá hacer demoliciones, pero esta vez quiere hacer las cosas bien. Buscará asesoría profesional y legal para darle a su familia un hogar seguro y digno. Como ella, muchas familias necesitan apoyo técnico y financiero para formalizar y planificar sus viviendas.
ASISTENCIA TÉCNICA. Al respecto el docente de la Universidad Católica de San Pablo, Juan Carlos Almonte, comenta que desde el sector público es fundamental implementar un conjunto de planes orientados a prevenir riesgos y mejorar la calidad de las construcciones. Entre ellos, destaca la creación de programas de asistencia técnica gratuita o subsidiada para familias en situación vulnerable, licencias de construcción simplificadas para vivienda social. Desde la academia también se podría impulsar que brigadas de estudiantes brinden algún tipo de asesoría técnica a las familias.