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Antiguamente, los niños eran los principales protagonistas de la Navidad, pese a su corta edad, aceptaban el enorme reto de adorar al Niño Jesús. Llevando instrumentos musicales, incluso tapas de ollas, chapas de botellas, ingeniándoselas ante la necesidad para hacer música, pero sobre todo llenos de alegría, se encargaban de armar la fiesta para “hacer nacer al Niño Jesús” en la ciudad.
De acuerdo al director del Archivo Arzobispal de Arequipa, Álvaro Espinoza de la Borda, a inicios del siglo XX, montar nacimientos se convirtió poco a poco, en una tradición en el corazón de las viviendas de las familias arequipeñas. Sin embargo, junto a este arte navideño, aparecieron decenas de grupos de “adoradores”. Conformado en su mayoría por talentosos niños y adolescentes, quienes se agrupaban y organizaban para ir en conjunto a “adorar al Niño”.
Asimismo, el historiador enfatizó que estos menores se caracterizaban por su ingenio y es que ante la falta de algún instrumento, elaboraban de manera casera los chinchines, para así interpretar villancicos. Inclusive, se provenían de las tapas de olla para poder cantar una serie de canciones a Jesusito. En agradecimiento, las familias les daban propinas o les invitaban chocolatada.
“Cuando yo era niño, en la década del 70, se veía bastante, ahora creo que ya no van con estos objetos ingeniosos, que antes eran prestados de mamá”, recuerda el historiador.
Desde el 25 de diciembre, hasta el 6 de enero, los adoradores visitaban durante la noche, los nacimientos en las viviendas. Los villancicos que se interpretaban eran temas populares, uno de ellos que amenaza con perderse en el tiempo es sin duda el: “Huachi, huachi”. Uno de los pocos cánticos de Navidad que era incluso bailado por los adoradores.
Asimismo, mencionar que en el baúl de los recuerdos se encuentran villancicos arequipeños, que no deben ser olvidados y debemos cantarlos con orgullo esta navidad. Estos fueron recopilados por el hijo ilustre de Arequipa, don Juan Guillermo Carpio Muñoz (1945–2019), pistas que se encuentran en el LP del libro “Arequipa Música y Pueblo” de 1984.
Hasta la década de los 90 se veía la presencia de los grupos de adoradores en la ciudad que salían a las calles, hoy parecen extintos. Esta práctica queda en el olvido debido a la falta de iniciativa espontánea.
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