Durante la temporada navideña en Arequipa, las calles y casas se pintan y brillan de diferente colores, el tráfico se vuelve caótico, las personas inundan las vías con compras de último minuto, convirtiendo a diciembre en uno de los más alegres, pero estresantes. Todo esto parece haber alejado a los arequipeños del verdadero sentido de esta celebración: el nacimiento de Jesús. Recordemos algunas de las tradiciones que se veían antaño.
MISAS. En diciembre de 1540, año de la fundación de Arequipa, el acto ceremonial católico, algunos padres dominicos se reunían para celebrar misas en vísperas de la Navidad, algunas eran a las seis de la tarde, la esperada misa de las doce y del 25 de diciembre, así lo cuenta el teólogo Roberto Lazo.
En este contexto, destaca la misa de gallo realizada en Nochebuena, donde muchas familias se reunían para dirigirse a la iglesia y participar de la eucaristía. Sin embargo, debido a que esta celebración a veces terminaba en excesos donde se olvidaba el verdadero motivo: recibir el nacimiento de Jesús, fue desapareciendo. Actualmente, las misas se realizan antes de las 24:00 para que las familias celebren en casa, relata el director del Archivo Arzobispal de Arequipa, Álvaro Espinoza de la Borda.
Desde la llegada de los españoles se vivió de tal manera que siempre se trataba de recordar el acto tan importante del nacimiento de Jesús. Tal es así que, según el historiador Espinoza, los regalos no se entregaban el mismo 25 de diciembre, por el contrario, esperaban hasta el 6 de enero, en la bajada de reyes, para ser entregados.
CENA NAVIDEÑA. Otras de las tradiciones en Arequipa era el consumo de las siete ensaladas. A través de productos naturales y locales se hacían preparaciones de: beterraga, zanahoria, pero sobre todo, una hierba silvestre arequipeña conocida como la liccha combinada con palta y acompañada de lechón, cordero y pollo. Esto contrasta con la idea del pavo al horno que llegó a la ciudad entre las décadas 30 a 40 del siglo XX, por familias influenciadas por películas o modas del extranjero.
Misma situación que pasó con el ya conocido panetón que llegó en la década de los 70. Antes, en su lugar y ocupando el centro de las mesas de las familia arequipeñas, se hallaban bizcochos, pasteles, panecillos, entre otros. Sin embargo, debido a su comercialización, el panetón era el artículo más pedido.
NACIMIENTO. Sin duda, estas estampas religiosas son parte de las costumbres que se mantienen hasta el momento. Su armado se da a inicio de mes, mediados o incluso el mismo 24 de diciembre. Entre las familias o personajes notables, que tomaban mayor notoriedad por su armado era un sacerdote de apellido Tirado. Según relatan nuestros historiadores, se armaba un nacimiento en la desaparecida iglesia de San Juan de Dios, donde incluso, algunos coros de señoritas le cantaban al Niño Jesús. Incluso para Espinoza, este habría sido el origen de la costumbre de los “adoradores” donde los niños iban cantando villancicos.
Estas costumbres también se vieron reflejadas, antiguamente, en los templos de la Compañía, La Merced, San Francisco, Santo Domingo, siempre acompañados de coros que pudieran adorar al niño. A partir del 25 de diciembre hasta el 6 de enero, permanecían armados para ser visitados.
RIESGO DE DESAPARICIÓN. Pese a mantenerse vigente en el corazón de la viviendas, el misterio de José, María y Jesús corre el riesgo de desaparecer debido a que muchas veces, es suplantado por un árbol de navidad, regalos o luces. Lamentablemente, en las propias familias prevalece el distanciamiento y la desintegración, haciendo que la tradición de armarlos juntos se vaya perdiendo.
“El temor de que se pierda está, sin embargo, no debemos permitir que estos personajes históricos e importantes para la religión queden en el olvido guardados, envueltos en periódicos y en cajas de cartón”, refiere el historiador Espinoza.
REFLEXIÓN. Para el historiador Álvaro Espinoza, la llegada de películas navideñas, videos, series televisivas, a fines del siglo XX, permitieron que la creación comercial de Papá Noel, entre otros, vayan distorsionando y perdiendo el verdadero significado de la Navidad. Sin embargo, está en cada uno de nosotros mantener viva nuestras tradiciones y en cada Nochebuena “hacer nacer al Niño Jesús”.
“Debemos recuperar a la Navidad auténtica, la Navidad es de Jesús y Jesús implica una forma de vida, virtudes, valores, tradiciones (...) Recordemos realmente lo que es celebrar una Navidad en unión familiar”, exhortó Espinoza.
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