Escribe: Nancy Cutimbo.
Mientras en la cabecera de la cuenca Quilca–Chili se avanza en la siembra y cosecha del agua para enfrentar el cambio climático y la creciente demanda del recurso, en la zona media —donde se ubica Arequipa— se desarrollan iniciativas orientadas al mejor uso del agua que ya llega a la ciudad. Una de ellas empezará a funcionar desde febrero de 2026 en el colegio San Juan Apóstol, ubicado en la zona árida de Villa Cerrillos, en Cerro Colorado.
Se instalará tecnología de tratamiento de aguas grises que provienen del lavado de manos y de las duchas. El proyecto es impulsado desde el Fondo Alianza por el Agua, una iniciativa de la Universidad Católica de San Pablo que crea un espacio de articulación para promover la sostenibilidad del agua.
El coordinador ejecutivo, Luis Gutiérrez, explica que este reuso va a permitir aprovechar entre el 60 y 70% del agua potable que se consume en el plantel para regar las áreas verdes y el abastecimiento de los servicios higiénicos. La reducción del consumo mensual podría llegar al 30%, lo que se verá reflejado en una menor factura de agua, que actualmente bordea los S/ 1700 mensuales.
El proyecto, ejecutado en alianza con la empresa Remote Waters y con una inversión de 4500 dólares, no solo generará un impacto económico y ambiental, sino que también fomentará entre los estudiantes una cultura de uso responsable del recurso. Estas iniciativas son importantes y más cuando hay colegios que mantienen deudas por el agua.
JARDINES DE LLUVIA. El fondo también impulsa la implementación del proyecto “jardines de lluvia” para aprovechar las precipitaciones que usualmente ocasionan daños en la ciudad debido a la activación de torrenteras. La idea se piensa concretar en la torrentera de Enace, en el distrito de Cayma, la cual tiene una intervención previa con la arborización de sus fajas marginales.
Gutiérrez explica que la propuesta contempla enterrar celdas para almacenar el agua de la escorrentia y luego usarla para generar áreas verdes en las fajas, fomentar más vegetación y recargar fuentes subterráneas. Además, la presencia de cobertura vegetal ayudaría a prevenir desbordes y ocupaciones ilegales cerca de las torrenteras. De resultar exitosa, esta intervención podrá replicarse en otras zonas vulnerables de la ciudad.
RETOS EN LA CUENCA BAJA. Para la parte baja de la cuenca en el distrito de Quilca, que recibe los sobrantes del agua que llega salada por la carga de agroquímicos, se hará un estudio de caracterización a fin de identificar los proyectos que se requieren para revertir esta situación. Según contó el especialista, en el distrito se ha dejado de sembrar productos como tomate, arroz y trigo y ha optado por producir frijol a fin de disminuir el riesgo de contaminación.
Gutiérrez advierte que en esta zona también se desarrollan numerosos proyectos inmobiliarios de casas de playa, sin considerar la disponibilidad limitada de agua potable. La población local ya enfrenta restricciones, por lo que las autoridades deben prever la futura presión sobre el sistema hídrico.
DEMANDA E INVERSIONES. En noviembre del año pasado, la Universidad Católica San Pablo presentó un diagnóstico de la cuenca Quilca–Chili. El estudio proyecta que para el 2030 la demanda de agua en Arequipa aumentará un 34.2% debido al crecimiento poblacional. Para enfrentar este escenario, se necesitan proyectos que aseguren la conservación de los ecosistemas en la cabecera de cuenca, principal fuente de agua de la región.
En esa línea, el Fondo Alianza por el Agua también financia la revegetación de pastizales en dos hectáreas de la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, con una inversión de S/ 20 000. Paralelamente, el Plan de Gestión de Recursos Hídricos de la cuenca actualizado al 2023 identifica proyectos por más de S/ 4500 millones, necesarios para fortalecer la seguridad hídrica regional.