En Europa, el precio de los alimentos ha aumentado hasta en 50 % en pocos años, y la causa no es únicamente económica. Un estudio científico, publicado en Environmental Research Letters, demuestra que el cambio climático y la agricultura industrial deterioran el suelo, generando consecuencias directas en el costo de la canasta básica.
La degradación de la tierra, señalan los expertos, intensificará aún más estas subidas.
Los cultivos, al crecer en suelos dañados, se vuelven frágiles y menos resistentes a sequías e inundaciones, lo que deriva en cosechas inestables y precios impredecibles.
Aunque la atención mediática suele centrarse en energía y transporte, el suelo es la base silenciosa de la seguridad alimentaria.
“Un suelo enfermo significa sistemas alimentarios enfermos”, advirtió la coordinadora de Save Soil, Praveena Sridhar, durante la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU celebrada en Etiopía.
La ONU advierte que el coste diario de los alimentos se incrementa desde 2018 en todo el mundo.
Ante este panorama, científicos y activistas coinciden: la solución pasa por gestionar la tierra de forma sostenible, con prácticas que protejan su biodiversidad, mantengan las raíces vivas y restauren la capacidad natural del suelo para alimentar al planeta.
Reducir la labranza, diversificar los cultivos, mantener coberturas vegetales y preservar las raíces vivas son medidas que pueden reestructurar la tierra y frenar una crisis que amenaza la alimentación global.