La voz de María Corina Machado no estuvo físicamente en Oslo, pero resonó con fuerza a través de su hija, Ana Corina Sosa Machado, quien leyó el discurso con el que la líder opositora venezolana recibió simbólicamente el Premio Nobel de la Paz.
Machado sabía que su viaja era difícil de realizar y no llegó a recibir su galardón, por ello envió un mensaje cargado de esperanza y firmeza: un país que “volverá a respirar”, donde las cárceles se abrirán para liberar a quienes fueron “encarcelados injustamente”.
En su discurso, Machado hizo un repaso emocional por la historia democrática de Venezuela, evocando la libertad como esencia fundacional del país y advirtiendo cómo estas garantías se deterioraron desde 1999. Recordó que Venezuela fue tierra de refugio para perseguidos de distintas latitudes, una tradición que —aseguró— contrasta con la crisis política, económica e institucional que vive actualmente la nación.
La opositora destacó también la gesta electoral de 2024, cuando, pese a estar inhabilitada, recorrió el país y respaldó al candidato Edmundo González Urrutia, a quien la oposición reconoce como ganador con el 66 % de las actas. Criticó la proclamación de Nicolás Maduro sin pruebas y evocó el anhelo de millones de venezolanos que migraron forzados: “pronto presenciarán una de las imágenes más conmovedoras: el regreso de los nuestros a casa”.
En un diálogo telefónico con el presidente del Comité Noruego del Nobel, Machado lamentó no llegar a tiempo para la ceremonia y explicó que viaja hacia Oslo en condiciones complejas.
Agradeció el reconocimiento “en nombre del pueblo venezolano” y reiteró que este premio simboliza la lucha por recuperar la democracia. Su ausencia física reforzó, paradójicamente, el sentido del galardón: una distinción otorgada a quien continúa resistiendo desde la clandestinidad.