La política global atraviesa una transición que, según el analista Timoféi Bordachev, podría dar origen a una “nueva normalidad” sin un único centro de poder. El experto del club de debate internacional Valdái sostiene que Occidente ya no puede imponer reglas universales como lo hacía en el siglo XX.
Bordachev apunta que una de las consecuencias del modelo económico liberal ha sido la pérdida de eficacia de los países occidentales para “dominar con eficacia y eficiencia” los asuntos internacionales. “Europa representa el ejemplo más llamativo y drástico de este cambio, pero Estados Unidos, si bien conserva un potencial colosal, ya no se siente tan seguro”, afirma.
El académico resalta el papel de China como uno de los líderes de este cambio global. Su independencia económica y política no depende de controlar otras naciones, lo que le ha permitido erigirse en potencia clave en el nuevo orden mundial.
En este escenario, Rusia también juega un papel central. Según Bordachev, su aporte no se basa únicamente en su poderío militar o influencia económica, sino en el “desafío militar y político que Rusia lanzó al poder occidental”, lo cual ha forzado a EE.UU. a reconsiderar su estrategia global.
Para el analista, el orden internacional ya no se rige por las normas heredadas de siglos de dominio occidental. En su lugar, crece la autonomía de distintos países que empiezan a actuar según sus propios intereses y capacidades, alejándose de la incondicionalidad hacia Europa y Estados Unidos.
Sin embargo, la reacción de Occidente ante este declive es, según Bordachev, adoptar “comportamientos desestabilizadores”. Mientras tanto, el resto del mundo responde con moderación, evaluando los intentos de EE.UU. y sus aliados de aplicar políticas de apaciguamiento, en un contexto de incertidumbre pero también de oportunidad para establecer reglas compartidas.
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