El papa Francisco sigue internado en el hospital para continuar su tratamiento de la bronquitis que arrastra desde hace varios días, según informó la Sala de Prensa del Vaticano.
El Vaticano ha dado un primer parte para explicar que el Papa se ha sometido a las primeras pruebas y “ha iniciado la terapia farmacológica”.
“Los primeros exámenes demuestran una infección en las vías respiratorias. Las condiciones clínicas son discretas; presenta leve alteración febril”, señala el comunicado. No obstante, el portavoz vaticano, Matteo Bruni, ha dicho que está “sereno, de buen humor y ha leído algún periódico”.
De momento ha quedado cancelada su agenda hasta el lunes 17 de febrero, ya que ese día tenía previsto visitar los estudios cinematográficos de Cinecittà, y era la primera vez que lo hacía un Pontífice, pero el evento quedó suspendido, al igual que la audiencia del Jubileo de mañana sábado 15 de febrero.
Antes, por la mañana, Francisco había trabajado con normalidad y había celebrado cinco audiencias, entre ellas una con el primer ministro eslovaco, Robert Fico. Esto no indica una emergencia repentina, sino un progresivo deterioro de su estado de salud, que tal vez el Papa no acababa de asumir, pero que finalmente la ha conducido a un hospital.
La bronquitis del Pontífice, que ya es el Papa más anciano desde que León XIII falleció en 1903 con 93 años, no es ningún secreto. Él mismo anunció que la padecía en la audiencia semanal del 5 de febrero, aunque la describió como “un fuerte resfriado”.
Para Francisco, papa desde 2013, ya es habitual en los últimos inviernos sufrir fuertes gripes y resfriados. De hecho, ya en septiembre suspendió su agenda por “un estado gripal leve”. Entonces, el Vaticano relativizó el incidente, señalando que era “una medida de precaución teniendo en cuenta los viajes de los próximos días”, en referencia a la visita que debía emprender al final de esa semana a Luxemburgo y Bélgica, que luego transcurrió con normalidad.