Prácticamente tomada por las fuerzas israelíes, la alguna vez vibrante ciudad de Gaza se ha convertido en un amasijo de escombros y muerte.
Desesperados, muchos de sus habitantes desafían el fuego todavía vivo de la guerra para emigrar hacia el sur, pero otros deciden quedarse para no enfrentar la “vergüenza” del desplazamiento forzoso.
Asedio permanente a los hospitales en Gaza
Mezquitas, escuelas, mercados, casas … todo en la ciudad de Gaza ha quedado en ruinas, mientras las tropas israelíes se hicieron con la sede de la Asamblea Legislativa y del Gobierno del grupo islamista Hamás, y mantienen un asedio permanente contra los principales hospitales de la urbe, casi todos fuera de servicio.
Palestinos desplazados internos que huyeron del refugio del norte de la Franja de Gaza en Khan Younis. EFE/EPA/Mohammed Saber
Miles de heridos, enfermos, personal médico y refugiados se han quedado atrapados en esos hospitales, ubicados en plena zona de guerra, sin electricidad, agua, comida o medicinas.
Después de cinco días de asedio, el Ejército israelí entró esta madrugada en el colapsado e incomunicado hospital Al Shifa, el mayor de la Franja de Gaza, donde Israel alega que Hamás tiene su principal cuartel militar subterráneo.
En ese hospital, después de la muerte de tres bebés prematuros, otros 36 están en riesgo de perder la vida ante la falta de recursos para atenderles, al igual que una treintena de los cerca de 650 pacientes que quedan en el hospital.
Historias para no dormir en Gaza
Ahmed y su familia se refugiaban en ese hospital tras abandonar su casa del barrio Beach, pero decidieron huir hacia el sur ante el hambre, la sed y el riesgo de contraer infecciones por los cerca de 170 cadáveres que se apilaban sin refrigeración en el hospital y que empezaron a ser enterrados en una fosa común luego de que perros hambrientos mutilaron algunos cuerpos.
Una columna de humo tras un ataque aéreo en el norte de la Franja de Gaza, visto desde Sderot. EFE/Atef Safadi
Sin querer revelar detalles de su identidad, Ahmed cuenta a EFE la peligrosidad de su periplo, minado de tanques blindados israelíes, y el “proceso deshumanizador” de atravesar los controles militares impuestos por el Ejército de Israel.
Aterrorizada e incapaz de cumplir las órdenes de los soldados, la abuela de Ahmed fue apartada y retenida por los uniformados, sin que hasta el momento se conozca su suerte.
Nahil, una madre de cuatro hijos que también decidió abandonar el norte de la Franja, relató a EFE entre sollozos que huyó para no quedar, como tantas otras familias palestinas, enterrada viva bajo los escombros.
La Media Luna Roja de Gaza denunció el martes que los heridos en el norte de la Franja se están muriendo porque ni las ambulancias ni los servicios médicos pueden llegar hasta ellos.
“Los heridos son abandonados en agonía para sufrir y morir sin respuesta a sus llamadas de ayuda”, aseguró el director general de la organización, Marwan Jilani, al asegurar que “hay muertos en las carreteras, bajo los escombros e incluso en las casas, y las familias no pueden enterrarlos, porque no pueden salir”.
Un palestino reacciona entre los escombros de un edificio residencial tras un ataque israelí al sur de la Franja de Gaza. EFE/EPA/Haitham Imad
La “vergüenza” de ser despojado de su tierra
Como Ahmed o Nahil, más de 200.000 palestinos -familias enteras con niños, bebés y ancianos- se han desplazado de norte a sur de la Franja, en su mayoría a pie y ondeando banderas blancas, a través de los corredores que ha dispuesto el Ejército israelí desde el 5 de noviembre.
Se estima que cerca de 1,7 millones de gazatíes, más de dos tercios de la población total, han sido desplazados hacia el sur desde que empezó la guerra el 7 de octubre.
La mayoría de ellos están hacinados en carpas plásticas, casas de familiares o incluso a la intemperie, sorteando intensos calores o las lluvias de estación, y sobreviven con la insuficiente ayuda humanitaria que entra por la frontera con Egipto, el único paso que Israel ha permitido abrir de forma parcial.
Familiares de palestinos asesinados lloran junto a los cuerpos de sus seres queridos en el Hospital Nasser. EFE/EPA/Haitham Imad
Sin embargo, no todos los habitantes de la ciudad de Gaza han querido o podido evacuar.
Muchos de ellos temen morir bajo el intenso fuego de la guerra, o les es imposible desplazarse con familiares discapacitados o enfermos por los accidentados caminos.