La administración de Donald Trump acelera su apuesta por recuperar el control de los minerales críticos para la tecnología y la defensa. El gobierno estadounidense anunció un ambicioso plan para convertirse en el mayor accionista de la mina de tierras raras Mountain Pass, en California, la única en operación en el país.
Con esta medida, el Departamento de Defensa asegura la compra de neodimio y praseodimio a un precio mínimo de US$110 por kilo durante los próximos 10 años. Estos minerales, esenciales para la fabricación de imanes permanentes, alimentan industrias clave como los autos eléctricos, teléfonos inteligentes y turbinas eólicas.
El acuerdo, firmado con la empresa MP Materials, también obliga a construir una nueva planta en suelo estadounidense para procesar la materia prima extraída, lo que reduce la dependencia de China, país que controla el 90 % de la capacidad global de refinamiento de tierras raras y el 70 % de su extracción.
"Esta iniciativa marca una acción decisiva para fortalecer la soberanía de nuestra cadena de suministro", afirmó James Litinsky, CEO de MP Materials. El gobierno estadounidense destinará hasta US$400 millones a financiar los activos necesarios para la nueva infraestructura.
Hasta hace poco, la compañía exportaba toda su producción a China para su refinamiento, a través de Shenghe Resources, empresa parcialmente controlada por Pekín y principal cliente de MP Materials. Sin embargo, los aranceles cruzados entre ambas potencias forzaron a detener los envíos. Trump impuso un gravamen del 145 % a las importaciones chinas, y China respondió con un 125 % a bienes estadounidenses.
En paralelo, EE.UU. y China mantienen negociaciones tensas en Ginebra y Londres para destrabar el comercio de estos minerales estratégicos. Washington acusa a Pekín de restringir de forma deliberada los envíos para presionar políticamente. El Parlamento Europeo también calificó las medidas chinas como "coercitivas" y exigió una respuesta más firme de la Comisión Europea.
A largo plazo, el gobierno de Trump apuesta por fortalecer la producción nacional como pilar de su política industrial. Las tierras raras no solo sustentan sectores tecnológicos emergentes, sino que también consolidan la visión geoeconómica del presidente para una América más autónoma y competitiva frente a China.