La criolla Esther Dávila ‘Bartola’ tiene 53 años de vida artística, ha paseado su arte por América, Europa y Japón, y recuerda que en sus inicios su madre se opuso para que sea cantante y que Augusto Polo Campos la bautizó como Bartola. Asimismo, detalla su reconciliación con Lucía de la Cruz, que le gustaba ir a bailar salsa al Bertolotto y que gracias a la música ha podido ayudar a su familia.
¿Cómo han sido estos primeros días en Radio Nacional, tras el final de ‘Una y mil voces’ en Canal 7?
Son días con mucha pasión, tras el cansancio y haber cerrado un ciclo de trece años con ‘Una y mil voces’, creo que los tiempos de Dios son perfectos, y estar en la radio significa un respirito. Le auguro los mejores éxitos a Cecilia Barraza, es una persona muy criolla, luchadora, con un carisma extraordinario, la amo con todo mi corazón.
Han sido trece años apoyando a las nuevas voces del criollismo, es tu lucha personal...
Yo quisiera que todos se sumen, a veces parece un poco difícil pero se puede hacer. Lo que pasa es que los artistas pensamos que somos inacabables, interminables y que siempre vamos a estar acá; pero debemos ir dando paso a las nuevas generaciones que traen propuestas muy interesantes y hay voces extraordinarias.
Tienes 53 años de carrera musical, ¿cuéntame cómo fueron tus inicios en la música?
Mi inicio fue accidental y recibí una catana de mi mamá, ja, ja. Yo no sabía que cantaba, estaba por cumplir 15 años y recién lo descubrí. Una vez salí temprano del colegio, pero no porque me haya escapado, me fui a caminar con mis amigas y me encontré con la Caravana cultural Túpac Amaru que dirigía Martha Chávez, quien luego fue mi madrina, y entre broma y broma subimos a cantar.
Bartola a los 15 años, cantando en un cumpleaños familiar. (Archivo personal de Bartola)
¿Y cómo te fue?
Yo canté ‘Como una rosa roja’ de Lucha Reyes y la gente me comenzó a aplaudir y me piden otra canción, y digo ‘Dios mío, qué es esto’. De ahí canté ‘El último brindis’, un tema que marcó mi carrera artística del gran Augusto Polo Campos y que luego fue mi mentor. Después de eso regresé a mi casa y mi mamá me dice ‘¿Esther de dónde vienes?’, y le respondo que del colegio, y ahí me grita ‘mentirosa, tú papá te ha visto cantando’, y zas, me rompió el cucharón de palo en las piernas, de eso no me voy a olvidar.
Un doloroso inicio en la música...
Sí, de ahí mi abuelita intercedió porque mi mamá no quería, pues decía que la noche para las mujeres del arte era muy peligroso, no le gustaba. Así que al inicio me acompañaba mi abuelita, luego mi mamá cedió e iba con mi papá, eso fue hasta los 21 años, hasta que saque mi libreta electoral de tres cuerpos.
Es el maestro Augusto Polo Campos quien te bautiza como Bartola, ¿cómo fue eso?
Tenía 16 años, estaba terminando la secundaria e iba con uniforma a un programa en Panamericana para audicionar. La primera vez creo que Augusto ni me escuchó, la segunda tampoco y a la tercera me llamó y canté ‘Celos’ de Felipe Pinglo Alva; luego ‘Secreto’ de Amparo Baluarte y me dijo que eso lo tenía recontra ensayado, y me pidió una marinera y al cantar se sorprendió porque solo tenía 16 años. Entonces, ahí me dice que en homenaje a una grande de la marinera, la gran bailarina, te voy a poner Bartola... y yo casi me caigo para atrás como Condorito, y en ese tiempo yo era Esthercita Dávila ‘La estrellita del sur’.
Bartola junto al maestro Augusto Polo Campos.
Entonces, como ‘Estrellita del sur’ ya te presentabas en algunos locales...
Sí, así me decían y cantaba en la peña Poggi donde me daban mis 150 lucas y mi frejolada con su lomito, y mi vaso de chilcano de guinda, pero eso se lo tomaba mi papá que me acompañaba.
¿Qué te enseñó Polo Campos?
Tenía una visión increíble, fue mi mentor cuando era una amateur y me hizo una profesional. No solo me puso mi nombre artístico sino que me aconsejaba, me decía ‘si no te pagan lo que vales, así te mueras de hambre, siempre que te paguen lo que mereces’ y me enseñó muchísimas cosas para saber como dirigir mi carrera. Además, era el alma más buena dentro la música criolla que yo he conocido.
Fuente: Trome