Durante la pandemia de covid-19, la tasa de casos de depresión y ansiedad se disparó y muchos estadounidenses recurrieron a fármacos antidepresivos para sobrellevar su situación. Incluso antes de que apareciera la covid, 1 de cada 8 adultos estadounidenses ya tomaba un medicamento antidepresivo. Según un cálculo, ese número se elevó un 18,6 por ciento durante 2020. Zoloft ahora ocupa el lugar número 12 entre los fármacos más recetados en Estados Unidos.
Algunos investigadores incluso afirman que estos fármacos apenas son un poco mejores que un placebo y se preguntan si ameritan un uso tan generalizado.
En el caso de los psiquiatras, este debate no es nada nuevo. David Hellerstein, profesor de psiquiatría clínica en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, explicó que esta pregunta tiene muchas versiones, pero podría resumirse en esta sola: ¿Los antidepresivos funcionan?
“Creo que sí”, respondió. “De los mejores ensayos clínicos y metaanálisis, la mayoría indica que hay cierto efecto del fármaco. Sí diría que es menos de lo que nos gustaría”.
El estudio más grande hasta la fecha sobre antidepresivos fue el denominado Sequenced Treatment Alternatives to Relieve Depression (alternativas secuenciadas de tratamiento para aliviar la depresión), o STAR*D, por su sigla en inglés, realizado por el Instituto Nacional de Salud Mental a principios de la década de 2000. El ensayo clínico incluyó a alrededor de 3000 personas con depresión que probaron varios antidepresivos, empezando con un ISRS.
A quienes no respondían al ISRS después de 12 semanas se les cambiaba a otro tipo de ISRS o a una clase distinta de antidepresivos. Una opción era Effexor, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina y la norepinefrina, o IRN, que estimula el nivel de serotonina y de norepinefrina; y Wellbutrin, que funciona de manera similar con la norepinefrina y la dopamina.