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Genio y libertad son inseparables en Vargas Llosa

El docente universitario Jorge Ortiz Delgado examina el aporte intelectual de Mario Vargas Llosa

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DIARIO VIRAL

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El analista político y docente universitario Jorge Luis Ortiz Delgado examina el aporte intelectual de Mario Vargas Llosa, el valor de su ética liberal y el significado de la valentía en un pensador que llevó el peso de sus palabras a la acción. 

¿Qué es lo que más se recordará de Vargas Llosa? Muy pocas veces una palabra va enlazada al trabajo de un intelectual y se escuchará a lo largo de los homenajes a Vargas Llosa: valentía. Pero no la valentía de decir las cosas solamente, sino la virtud, la fuerza para hacerlas. Fue a Venezuela a plantarle cara a Chávez en pleno apogeo del dictador. Fue a Irak para documentar sus impresiones de la guerra. Se postuló a la presidencia del Perú para iniciar un cambio radical hacia el progreso, pudiendo quedarse en su biblioteca, organizando su material para su siguiente novela. Apostó por participar en campañas o discursos encendidos contra el nacionalismo en el corazón de las ciudades en donde afloraba con peligrosidad. Eso no suele hacer un intelectual a secas, eso lo hace un héroe de la libertad. 

¿Pero en la memoria de la gente quedarán sus gestas políticas o sus libros? No tienen por qué ir separados. Sus obras diseccionan al ser humano hambriento y guiado por el poder, pero también al que se subleva ante la autoridad y el abuso. ¡Qué más político que eso! Los cacasenos de hoy siempre dirán: “fue un gran escritor, pero…”  y se lanzan contra sus opiniones políticas. ¡Qué estupidez! Cada párrafo de sus principales novelas dedicados a esbozar eso que la Academia Sueca llamó las imágenes de resistencia del individuo, rebelión y fracaso están impregnadas de genio creativo y convicción política, sin caer en la propaganda. 
Sus detractores políticos lo acusan de traidor: los socialistas por convertirse en un liberal; los antifujimoristas por pedir, en las últimas elecciones, votar por Keiko Fujimori. 

Y los idiotas por cambiar de opinión. Para ser un liberal hay que estudiar, hay que sopesar el ideal con la realidad. El pragmatismo es su sello, las evidencias lo guían. La libertad individual siempre será el norte. Y la ética liberal de Vargas Llosa lo llevó siempre por tomar partido en momentos donde las libertades, la propiedad y el orden democrático estaban en riesgo. Desde la dictadura castrista en Cuba, hasta el descalabro institucional y económico de Castillo en el Perú, han sido denunciados públicamente por el escritor como ejemplos de lo que hacen los países para retroceder y caer en la pobreza y la represión. 

¿Habrá otro Vargas Llosa en el Perú? No al menos en los próximos quinientos años. Algo que no llegamos a entender cabalmente es que hemos sido testigos excepcionales de lo que representa Vargas Llosa para el arte, la cultura, la política, la libertad. Disciplina y método para sus creaciones, intuición labrada por sus años sometido a la autoridad y el despertar de su conciencia liberal con los autores que fue descubriendo. Hay un tránsito ideológico. Hay una correspondencia entre sus convicciones y su responsabilidad como escritor. 

¿Qué libros recomendaría a los jóvenes para iniciarse en el mundo de Vargas Llosa? Que los lean todos. Y los relean. Y hablen de ellos en la mesa familiar, con los amigos del barrio o la universidad. Que descubran lo que otros escritores tienen que decir sobre sus obras. Que escuchen a sus detractores, sin problemas. Que, en la soledad de su cuarto, apoyados en sus móviles u otras pantallas, sepan por qué incluso antes de partir ya era un inmortal, mientras escuchan sus conferencias. Pero, ante todo, les recomendaría que observen su personalidad: no tenía miedo de expresar su opinión, no rehuía el debate, investiga, el talento lo trabajaba, la autocrítica lo conducía, siempre eligió, no hay voto en blanco en su vida, concibe a la libertad como el bien superior e innegociable del ser humano.

Y la lectura. Vargas Llosa era un voraz lector. La lectura alimenta el espíritu crítico. Cultiva tu imaginación. Envenena el conformismo. Te envalentona y te ofrece los mejores argumentos para salir a dar batalla contra los enemigos de la libertad: el estatismo, los nacionalismos, el dogmatismo. Para Vargas Llosa siempre fue un placer supremo leer. Durante sus últimos años prefirió la relectura de las obras que lo fascinaron.  

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