En el altar, bajo la mirada atenta de los fieles, los regalos de la Hermandad del Cristo de la Caridad esperaban ser bendecidos. Eran símbolos llenos de significado: cuadros protectores, pergaminos con la oración y una roseta destinada a honrar el estandarte de una institución educativa.
Cada uno de estos obsequios están impregnado del fervor de quienes confían en la divina intercesión de nuestro señor Jesús.
Acompañamos una misa y fue destacado el momento de la entrega del cuadro con la imagen del Cristo de la Caridad al Colegio Micaela Bastidas. El director de la institución, Jesús Pacuala Paucara, recibió el sagrado lienzo como una protección para la comunidad educativa. La emoción en sus ojos reflejaba el peso de la responsabilidad y la fe en la guía espiritual que el Cristo les brindaría. No menos importante fue la entrega de los pergaminos a las instituciones que en marzo, ya habían recibido el cuadro protector.
El colegio particular Santísimo Salvador, la I.E. La Cantuta y la I.E. María Auxiliadora fueron las destinatarias de estos pergaminos, en los cuales se plasmaba la oración del Cristo de la Caridad.
Pero, el momento más simbólico fue cuando la Hermandad del Cristo de la Caridad, liderada por su presidente Eduardo Somocurcio Paz, entregó la roseta al colegio 40002 Al Aire Libre. Esta institución, cuya fe en el Cristo de la Caridad ha crecido con los años, fue honrada al recibir este emblema para ser colocado en su estandarte.
La directora Madeleine Cordillo Manrique, con profundo agradecimiento agradeció el gran detalle de tener la roseta que representa la fe compartida por padres, alumnos y personal docente.
El Cristo de la Caridad, patrono del colegio Al Aire Libre, es más que una imagen venerada. Es un refugio de esperanza para las familias que, generación tras generación, han depositado su fe en él.
Los pequeños de la institución, con la inocencia y sinceridad que solo los niños poseen, compartieron cómo sus familias han experimentado milagros concedidos por el Cristo de la Caridad.
El ambiente en la misa era de unión y agradecimiento. La fe, más allá de los actos ceremoniales, latía fuerte en cada uno de los presentes, quienes sabían que el Cristo de la Caridad no solo estaba en los altares, sino en sus corazones.
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