Hoy en Diario Viral conversamos con La Watona, una cafetería que cocina a cuatro manos y qué mejor que madre e hija. Ellas han sobrevivido al paso de las generaciones, para guardar y desarrollar esas recetas y sabores de las abuelas que tanto buscamos; y por fin, en un pequeño lugar lleno de calor humano en Yanahuara, por fin podemos degustar la herencia del paso del tiempo en nuestro paladar.
¿Quiénes te inspiraron a entrar en el mundo de la gastronomía? Hemos cocinado siempre, desde pequeñas, tenemos raíces picanteras y abuelas y bisabuelas dedicadas a la cocina y la repostería.
¿Cuál es la filosofía en La Watona? Creemos que mientras Tik Tok e Instagram te muestran los cuerpos supuestamente “perfectos”, tú no tienes que llenar ningún estándar y puedes sentirte bien contigo porque eres suficiente, así que al entrar a La Watona y pedir un pie de limón, no tienes que estar pensando en las calorías, puedes mirarte siempre con amor. Por eso los murales de La Watona están llenos de cuerpos diversos y frases de amor propio.
¿Qué es lo que más piden en La Watona? Nos piden de todo y siempre estamos escuchando a los clientes, pero los que ya probaron nuestros productos, regresan por los fudgy brownies, la torta triple de chocolate, el sanguchón de pollo palteado y las papitas rellenas.
¿Qué les impulsó a abrir La Wotona? Nosotras queríamos un lugar más íntimo que los que ya conocíamos como consumidoras, con un ambiente familiar, donde te puedas sentir como en casa, comiendo ese pie de manzana que tu abuelita hacía, mientras la casa se llenaba de un delicioso olor a canela y café recién pasado. Y que además, lo comías feliz, sin ninguna culpa y le pedías un pedacito más.
¿Algún proyecto a futuro? Hemos hablado de que en algún momento quisiéramos expandirnos a otros distritos, pero ahora estamos enfocadas 100 % en La Watona de Yanahuara.
¿Dónde te encontramos, y que le dirías a los que nos leen? Estamos a media cuadra de la plaza de Yanahuara, en calle Jerusalén 508.
Los invitamos a venir y vivir la experiencia de tomar un cafecito recién hecho y comer ese postrecito que te llevará a tu niñez o adolescencia para que seas muy feliz.