Escribe: María Coaguila Torres
En la Ciudad Blanca donde las tradiciones se mezclan con el paso del tiempo, un pequeño rincón fuera del histórico mercado San Camilo guarda un tesoro culinario que sacia el hambre y alimenta los recuerdos de generaciones enteras: las papas rellenas. Estos modestos, pero deliciosos bocados, son un emblema de la comida popular arequipeña durante más de 50 años.
Ubicados en la calle San Camilo, los cuatro kioscos que ofrecen estas papas rellenas son testigos de un pasado vibrante que aún se mantiene vivo. En los años 70, cuando la vida era más sencilla y el antojo costaba apenas S/ 0.30, las papas rellenas se convirtieron en un "apaga hambre" para estudiantes, padres de familia, trabajadores y turistas que salían del mercado buscando una comida rápida y satisfactoria. Hoy, el precio subió a S/ 1.30, pero el sabor y la tradición siguen intactos, atrayendo a quienes buscan más que solo comida, sino un pedazo de historia.
Susana Flores, una de las pioneras en la venta de estas papas rellenas, a sus 80 años ya no puede estar presente cada día, pero en las madrugadas, con el mismo amor y dedicación de siempre, prepara las papas rellenas en su hogar y confía en manos jóvenes como las de Cecilia Huahuasonco, encargada de vender al público estas delicias.
Cecilia escucha con frecuencia a los clientes hablar de tiempos pasados. Los padres que llevan a sus hijos al mercado no pueden evitar sonreír al recordar: "Yo venía aquí cuando tenía tu edad, tu abuelita me traía. Esto va de generación en generación". La nostalgia se mezcla con la alegría al compartir con sus propios hijos un sabor que los conecta con su pasado.
El señor Domingo, un hombre que creció en el mercado San Camilo y trabajó allí durante muchos años, cuenta con un brillo en los ojos cómo las papas rellenas lo acompañaron a lo largo de su vida.
"Cuando trabajaba en el mercado, salía a comer mi papita. Ahora, aunque ya no trabajo aquí, sigo viniendo a disfrutar de mi papita y mi salteñita", dice con una sonrisa Domingo.
La historia del mercado y de sus famosos kioscos de papas rellenas está estrechamente ligada al desarrollo de la ciudad. Fue durante el gobierno de Luis Cáceres en 1981 cuando el mercado San Camilo, antes un lugar insalubre, fue renovado y los puestos comenzaron a proliferar. Manuel, un cliente fiel de 80 años, recuerda con cariño esos días de universidad, cuando los kioscos eran simples estructuras de calamina.
"Siempre venía a comer aquí porque la papa rellena tiene zanahoria, carnecita, cebollita, y es rico", comenta. Para él, es comida para el pueblo, una tradición que resistió al tiempo.
Las papas rellenas del mercado San Camilo son más que un simple platillo; son una historia de esfuerzo, de familias que trabajan incansablemente para mantener viva una tradición que alimenta tanto el cuerpo como el alma. En cada bocado, se saborea el amor y la historia de Arequipa que, aunque cambió con los años, conserva su esencia en esos pequeños detalles que hacen la vida más sabrosa.