¿Puede haber espacio para el optimismo en medio de la terrible decadencia que vive el país? Sí, además tenerlo es nuestra obligación. Uno de los problemas que trae el pesimismo es que desencadena, en el pesimista, la sensación de la profecía autocumplida, es decir cuando se arraiga el sentimiento negativo se va creando la realidad a partir de la percepción generalizada.
El optimismo es válido para una región como Arequipa. Haciendo eco de sus antecedentes históricos, Arequipa puede convertirse en la región punta de lanza para transformar el sentimiento de deterioro nacional. El legendario lema de ¡Arequipa Revolución! Puede transformarse en otro que plantee una evolución hacia una región moderna, competitiva, que sea el polo de desarrollo del país desde el Sur.
Para ello se requiere liderazgo, individual o colectivo y entender las múltiples ventajas comparativas que tiene Arequipa para ponerse al frente del desarrollo nacional. La región tiene lo sustantivo para construir el principal factor crítico de éxito, las personas, a través de un sistema universitario que puede aún mejorar más brindando el capital humano necesario para la transformación.
Esto no es nada nuevo. El gurú de la competitividad Michael Porter ya lo dijo hace años. Una región como Arequipa no puede vivir de espaldas a la minería o la agricultura, pero se debe entender que estas deben servir de proveedoras de insumos para mejorar el sistema educativo, la infraestructura, los servicios de salud y educación, la seguridad. Arequipa puede tranquilamente pasar a tener dos millones de turistas en los próximos 5 años igualando lo que tiene en la actualidad el Cusco. Ese solo hecho, duplicar las cifras turísticas, generaría para la región ingresos adicionales por 1000 millones de dólares además de los encadenamientos productivos y laborales que generaría.
Señalaba que Arequipa no puede vivir de espaldas a la minería. El ciclo de los buenos precios del cobre no es eterno pues se pueden inventar elementos sustitutorios tal y como pasó hace cien años con el jebe que reemplazó al caucho. Por lo tanto, tiene que aprovecharse ahora que posee un gran valor. Proyectos como el de Tía María requieren de diálogo y consenso y no se pueden dejar de lado. La onda expansiva, positiva, que generaría la puesta en marcha del proyecto sería impactante y vital para el desarrollo.
Hay muchos temas más de los cuáles hablar y discutir. Los países son conscientes que el desarrollo lo construyen desde sus regiones. Arequipa en ese sentido puede jugar un rol protagónico en el desarrollo del Perú.
Agradezco mucho a Diario Viral y a su director Julio Linares por permitirme hacerles llegar una reflexión semanal a partir de hoy.