Una semana más en que la coalición de la derecha legislativa y el gobierno de Dina Boluarte no se ponen de acuerdo con el adelanto de elecciones. El juego entre el ejecutivo y el legislativo es de nunca acabar, entre uno y otro se terminan pateando la pelota y, al final ninguno es responsable y ninguno se quiere ir.
La situación se vuelve, semana a semana, insostenible en el mediano plazo.
La más reciente encuesta del Instituto de estudios peruanos (IEP) así lo evidencia. El 77% de los encuestados desaprueba la manera en que Boluarte viene gobernando el país. Lo curioso de todo, si vemos los datos desagregados, es que en todos los ámbitos (Lima metropolitana, rural y urbano), en todas las zonas (norte, centro, sur y oriente), encuestados de ambos sexos, de todas las edades, de todos los niveles socioeconómicos y de todas las ideologías políticas, manifiestan no estar de acuerdo con el gobierno de Boluarte.
Su desaprobación viene aumentando mes con mes, al igual que la percepción de los encuestados acerca de si vivimos en democracia o no, en este aspecto solo el 55% de los encuestados considera que este gobierno es democrático. Regresamos al tema de debate anterior ¿si no somos democracia, entonces qué somos? Pues lo que vemos, día a día, es que nos estamos convirtiendo en un autoritarismo, estamos viviendo una ilusión de democracia.
No hay una clara separación e independencia de poderes, para el peruano de a pie, es evidente que hay una alianza entre el ejecutivo y el legislativo para quedarse hasta el 2026, desoyendo al más de 70 % de peruanos que exige un adelanto de elecciones. El Congreso se ha hecho del control del Tribunal Constitucional, el cual, a través de sus últimas sentencias, ha dado carta abierta para que el parlamento haga lo que le de la gana. El legislativo es hoy un superpoder, por encima de los otros 2, gracias al TC. La Fiscalía de la Nación investiga, antojadizamente.
La concentración de medios de comunicación sigue callando ante los abusos del poder. Y el ejecutivo, en una clara muestra de seguir criminalizando la protesta social, plantea una ley para endurecer las penas a quienes salgan a protestar y para controlar lo que los medios de comunicación difunden. Esto es lo que la derecha legislativa entiende por democracia: control y abuso.
Pareciera que vivimos una luna de miel, una especie de tregua; sin embargo, la gente, los ciudadanos sienten cada vez más desprecio por sus gobernantes: comidas caras, alfombras, viajes todo pagado, televisores, celulares, etc., cosas con que la gente común y corriente solo sueña. Los poderosos no hacen más que cavar la tumba en la cual tarde o temprano serán ellos mismos sepultados políticamente.
*Las opiniones de los columnistas son personales.