Tuvieron que pasar más de diez años desde que Vladimir Cerrón Rojas asumiera la presidencia regional en Junín para que se dicte sentencia en su contra por diversos actos irregulares en su gestión. Esta vez se trató de la ejecución de la obra Aeródromo Wanka, realizada a pesar de una serie de observaciones por parte de la Dirección General de Política de Inversiones (DGPI) del Ministerio de Economía.
Cerrón Rojas ahora está prófugo de la justicia. De esta forma evade una condena que se hizo esperar por mucho tiempo. Desde hace varios años habían surgido diversos cuestionamientos y sospechas de actividades ilícitas cuando era gobernador de Junín. Estas parecían que quedarían en el olvido cuando el partido Perú Libre, fundado por el ahora sentenciado, ascendió al poder en la presidencia del país.
Sin embargo, tras caer Pedro Castillo de la presidencia de la república, Vladimir Cerrón perdió el peso necesario para mover sus influencias y evadir a la justicia. Así llegamos al presente, donde la exautoridad regional finalmente fue alcanzada por el manto de la justicia. Son 3 años y 6 meses de prisión efectiva que pasará en el recinto penitenciario.
Lamentablemente vemos un nuevo ejemplo de personas que llegaron al poder para servirse en bandeja de plata de los recursos estatales. Ellos pensaban que nunca iban a caer pero se equivocaron. Con Cerrón apreciamos que la tienda política nada tiene que ver con quienes cometen actos de corrupción. Terminan dejándose cegar por su cargo para obtener beneficios personales.
Que lo ocurrido con Vladimir Cerrón Rojas sirva como ejemplo para que los gobernantes entiendan que los recursos estatales son para obras en beneficio de la sociedad. Si terminan utilizando los recursos para direccionar compras o proteger sus intereses, tarde o temprano acabarán bajo el manto de la justicia.
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