Llegar al poder sin haber tenido la trayectoria adecuada siempre tiene un costo que afecta al individuo en su prestigio y al país en cuanto a su desarrollo, siendo esto último lo más perjudicial pues no hay nada más pernicioso para el Estado que incompetentes en las mas altas estructuras del poder.
La incompetencia y la ignorancia suelen ir de la mano y ambas son atrevidas. Esta dupla es la que en nuestro sistema político existan funcionarios que pretendan negar la realidad, creyendo que así los problemas se van a diluir. En un mundo caracterizado por la vorágine noticiosa, pues no importa lo que suceda hoy, pues mañana ya no interesará. Esto, que en parte es cierto, no vale para la correcta marcha de un gobierno. Un problema que no se resuelve hoy no desaparece, simplemente se acumula y ese cúmulo puede llevar al desastre a una nación.
Es por esta incompetencia e ignorancia política que en los más altos niveles del gobierno se pretende negar la validez de las encuestas. Tanto el presidente como su entorno ministerial pretenden hacer creer al país que “no trabajan para las encuestas” o que “no están pendientes de ellas” o que simplemente “no las leen”. Nada más torpe. Lo que una encuesta refleja es el estado de la opinión público, el momentum que se vive y por lo tanto es algo que no puede ser ignorado por ningún político. La opinión pública es clave para otorgar legitimidad, esa aceptación y reconocimiento de autoridad que le otorga el pueblo a un mandatario. Siendo el pueblo el mandante le otorga reconocimiento al mandatario.
Si una encuesta refleja que la presidenta tiene 4% de popularidad, lo que ello transmite es que, incluyendo el margen de error, podría darse el caso que no exista persona que respalde a la presidenta y que por ende ella no tenga nada de legitimidad. Sin esta, la legitimidad, no es posible sacar adelante decisiones ni políticas públicas por la sencilla razón que a nadie le importa. Un ejemplo concreto: la presidenta es recibida majestuosamente en China y aquí esa noticia no merece ni una sola primera página ni el reconocimiento del pueblo. Así es muy difícil sino imposible gobernar.
Lamentablemente la presidenta ha decidido rodearse de personas que le hacen el amén y no le hacen saber de esta peligrosa situación. La irracionalidad que significa no querer hacer ningún cambio en el Gabinete pues “no interesan las encuestas” le va a seguir costando mucho al país.
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