Las autoridades de Salud en la ciudad de Chiclayo han hecho una revelación que resulta alarmante. Al menos dos de cada diez familias no permiten que los equipos especializados ingresen a fumigar las viviendas en previsión ante el avance del dengue en diversas regiones del país.
Con esta actitud estamos cayendo nuevamente en los errores cometidos durante la etapa más dura de la pandemia del nuevo coronavirus. Recordemos la renuencia de algunas personas a usar mascarillas o mantener el distanciamiento necesario y establecido por especialistas como medida preventiva para evitar el contagio de la enfermedad.
Cuando llegó la vacuna contra los efectos más graves de la covid-19, surgió toda una corriente que promovía diversas teorías conspirativas en torno a la aplicación de las dosis en el ser humano. Sin algún sustento científico se hablaba de colocación de chips, inoculación de sustancias para acabar con nuestra vida, entre otras falacias. Aunque más fue la población que se vacunó, esa corriente negativa se alargó hasta la reanudación de las labores escolares en nuestro país puesto que había padres que no permitirían inmunizar a sus hijos.
Ahora el país se enfrenta a un nuevo mal que parece extenderse a más regiones. Si no tomamos las acciones más reflexivas posibles el escenario que se viene sería apocalíptico. Ya existen zonas donde era impensable la presencia del dengue y que ahora han registrado casos de la enfermedad e incluso decesos generando más alarmas entre la población y autoridades.
No cometamos los mismos errores del pasado y apoyemos las diversas estrategias para enfrentar esta y otras enfermedades. Solo así podremos decir que estamos avanzando como sociedad cuando nos respaldamos en argumentos científicos y correctamente evaluados en lugar de especulaciones que solo atentan contra nuestra integridad.