El precio del oro alcanzó máximos históricos y encendió alertas globales. Superar los 4500 dólares por onza no es solo un dato financiero que publicó Expreso: refleja incertidumbre mundial y decisiones económicas que impactan directamente al Perú.
Para el país, 9.° productor mundial de oro, el alza representa mayores ingresos potenciales. En 2024, Perú produjo más de 136 toneladas métricas, lo que consolidó al metal como 2.° producto minero de exportación.
Sin embargo, este boom también fortalece a la minería ilegal e informal. Con precios récord, este sector podría mover más de 12 000 millones de dólares, afectando al Estado, al medio ambiente y a la seguridad nacional por ello, el informe policial que la minería ilegal es más rentable que el narcotráfico.
El oro se vuelve atractivo cuando el dólar se debilita, las tasas bajan y el mundo enfrenta conflictos. África, Ucrania, Venezuela y la incertidumbre sobre la Reserva Federal explican esta corrida hacia activos “seguros”.
A ello se suma un problema estructural: Perú exporta oro casi exclusivamente como materia prima. Pese a sus reservas estimadas en 2300 toneladas, ocupa apenas el puesto 37 en exportaciones de joyería de oro.
El país pierde valor agregado, empleo especializado y desarrollo industrial. Mientras otros transforman el metal en productos, Perú sigue atrapado en un modelo extractivo básico y vulnerable a la volatilidad internacional.
El contexto exige políticas claras. Combatir la minería ilegal, atraer inversión formal y promover cadenas de valor no es ideológico, es económico. Los precios altos no durarán para siempre.
El oro brilla hoy, pero también desnuda debilidades. Convertir esta coyuntura en desarrollo sostenible depende menos del mercado y más de decisiones políticas, institucionales y productivas que el país sigue postergando.