La incertidumbre e inseguridad aumenta sin punto de retorno, la violencia doméstica, la callejera e institucional crece y alcanza a los poderes del estado, que se afanan en la defensa de sus intereses y renuncian a su responsabilidad de preservar los derechos humanos, que deberían representar y defender.
La próxima semana en Arequipa, sesionarán los miembros del Tribunal Constitucional, decidirán sobre la demanda competencial que el Ministerio Público interpuso contra los miembros de la Junta Nacional de Justicia quienes, a su vez; defienden su designación y cargos, con acción de amparo interpuesta ante el Poder Judicial contra los congresistas que aprobaron destituirlos. Duelo de Titanes.
En medio de esta batalla de Zoraidas, cuellos blancos, lava jatos, mocha sueldos, “niños”, fiesteros y plagiadores, está la verdadera, la que no goza de privilegios ni blindajes, la lucha cotidiana, la angustiosa espera de litigantes que por décadas aguardan la justicia que no llega, los privados de su libertad hacinados en cárceles mientras sus procesos avanzan en el letargo del magistrado a cargo, están los investigados por “icónicos fiscales”, que no solo jalan un examen de conocimientos, sino que reprueban con sus investigaciones que tienen que modificar, aclarar y subsanar en forma y fondo. “Jalados”
“Leyes hay, lo que falta es justicia”, reza el dicho que bien calza en nuestra realidad peruana, es ampliamente conocido que, en las demandas cotidianas, violencia familiar, paternidad, pensión alimentaria, feminicidios, robo o en los casos emblemáticos, lo que abunda es la presión mediática, la prebenda, el compadrazgo y la injusticia, porque tenemos un sistema deficiente, que ha fracasado.
El desenlace final en el duelo que hoy se debaten el poder judicial y poder legislativo y sus integrantes es previsible, perderemos una vez más. El interés por tomar las instituciones y el sistema electoral o defender su cuota de poder en ellos, son las razones verdaderas que motivan la contienda.
Finalmente, la crisis económica que atravesamos, escala, golpea y posterga al ciudadano de a pie, que no se ocupa de estas interesadas disputas porque está en la calle buscando empleo y modos de supervivencia, si pudiera; defendería nuestra imperfecta democracia y estabilidad jurídica, la única que hace posible la inversión que se necesita para generar trabajo.
Ojalá que este octubre no termine sin revelarnos un milagro, un suceso extraordinario, que alcance a nuestros poderes del Estado y sus integrantes.