El Congreso finalmente y por amplia mayoría aprobó la censura del ministro del Interior Vicente Romero. Así se consumaba la salida del responsable de un sector con temas tan delicados como la seguridad interna. La ola de criminalidad desatada a pesar de los estados de emergencia en algunos distritos fueron caldo de cultivo para que en el parlamento lo tengan en la mira hace varias semanas.
Este capítulo ya fue cerrado y, al momento de revisar esta columna, Romero Fernández ya debió presentar su carta de renuncia y la presidenta Dina Boluarte y el titular del Gabinete Ministerial, Alberto Otárola, deben buscar el reemplazante que deberá asumir la cartera del Interior.
Ante ello cabe la interrogante sobre lo que debe caracterizar al nuevo titular del ministerio del Interior. , nuestro Gobierno deberá hilar fino para designar a un(a) responsable del sector en medio de un cada vez más alto número de actos delincuenciales. De no hacerlo se corre el riesgo que el escenario se mantenga igual o peor con más víctimas de la delincuencia y más daños a la propiedad.
Quien se encargue del sector Interior tendrá que ser alguien independiente sin rabo de paja. Hasta Vicente Romero no tuvo esta prerrogativa pues en el final de su trayectoria se reveló que envió a su hijo como representante peruano a una actividad realizada en Washington. Así mismo se necesita quien tome decisiones más firmes y tenga reacciones más rápidas para responder ante el avance de la delincuencia. Lo hecho hasta ahora en el Ejecutivo no ayudó a mejorar en la lucha contra la criminalidad. Los reportes dados en diferentes regiones del país así lo demuestran.
A quien elija el Gobierno le deseamos lo mejor en la cartera del Interior. De su éxito depende la seguridad de todos, de su fracaso se desprende que haya más inseguridad y vivamos en un estado de permanente zozobra. A nadie le conviene ello.
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