El Perú vuelve a proyectar incertidumbre ante el mundo. Han pasado tres días desde que José Jerí asumió la presidencia tras la vacancia de Dina Boluarte, y el país sigue sin un primer ministro ni gabinete ministerial. En tiempos donde la estabilidad es clave para la confianza internacional, el vacío político en Lima genera desconcierto y preocupación. En su primer mensaje en X como mandatario, Jerí prometió un “gabinete de reconciliación nacional”, pero hasta hoy su gobierno no tiene estructura, ni rumbo, ni voces oficiales.
La Constitución peruana establece que los actos del presidente sin refrendación ministerial son nulos. En otras palabras, Jerí no puede firmar decretos ni ejecutar decisiones de Estado sin un premier. Desde el punto de vista diplomático, esto significa que el Perú no tiene hoy interlocutores válidos ante organismos internacionales, embajadas ni inversionistas. Un país que aspira a la confianza externa no puede iniciar un mandato en el silencio institucional. El nuevo gobierno parece más una pausa que una transición.
Fuera del país, analistas y medios extranjeros interpretan esta falta de gabinete como otro episodio del ciclo de inestabilidad peruana. Desde la destitución de Pedro Pablo Kuczynski en 2018, el Perú ha tenido siete presidentes en apenas ocho años. Cada crisis erosiona la credibilidad democrática y aleja las inversiones. Aunque la economía muestra signos de recuperación, el mundo observa con recelo un poder político sin cohesión ni estrategia. Un Estado que cambia presidentes con la misma frecuencia con que otros renuevan gabinetes inspira más desconfianza que esperanza.
José Jerí tiene una oportunidad breve y crucial: conformar un equipo capaz de devolver institucionalidad y certidumbre. Gobernar sin ministros no solo debilita su gestión, debilita al país ante los ojos del mundo. El liderazgo no se improvisa ni se tuitea: se construye con decisiones firmes, transparencia y visión de Estado. Si el nuevo presidente no logra articular un gobierno sólido, el Perú no solo perderá estabilidad interna, sino también su credibilidad internacional.