La ciudadela inca de Machu Picchu, joya del patrimonio cultural del Perú y una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno, fue incluida recientemente en una polémica “lista negra” elaborada por el portal especializado Travel and Tour World. Esta clasificación agrupa destinos turísticos que, según el medio, “ya no valen la pena visitar” debido a la saturación de visitantes, los altos costos y el deterioro de la experiencia turística. La noticia ya generó un intenso debate nacional sobre la sostenibilidad del turismo en uno de los sitios más emblemáticos del país.
Entre los factores que motivaron esta inclusión destacan la sobrecarga de visitantes en rutas específicas, como la terraza superior de la ruta 1-B, que en abril y mayo de 2025 superó el aforo permitido por más de 2500 personas en ciertos días. Esta situación provocó un desgaste progresivo en los senderos, estructuras arqueológicas y el ecosistema circundante. Además, el fenómeno del “sobreturismo” impulsado por redes sociales y plataformas de viajes masivos ha transformado la experiencia en un circuito agotador y costoso.
Las autoridades peruanas respondieron con firmeza. La ministra de Comercio Exterior y Turismo, Desilú León, desestimó la validez del informe, calificándolo de sensacionalista y sin sustento técnico. Aseguró que el ingreso al santuario está regulado por criterios establecidos por el Ministerio de Cultura y la Unidad de Gestión de Machu Picchu, con un aforo diario oficial de 4500 personas, ampliable a 5600 en temporada alta.
Veremos que otras acciones se pueden realizar para evitar que uno de nuestros principales atractivos se perjudique y, con ello, afecte la promoción del país a nivel mundial.