Antiguamente, el objetivo fundamental de una mujer era tener una familia e hijos. En la casa se le “educaba” en lo que debería saber hacer una “buena madre y esposa”: lavar, cocinar, tejer, barrer, limpiar, atender al marido y a los hijos. La mujer que se atreviese a cuestionar estos mandatos sociales ere muy mal mirada por la sociedad: “se te va a pasar el tren”, “no vas a ser feliz”, “no vas a tener quien te cuide cuando seas vieja”, etc. En el varón nadie se fijaba, el dedo acusador de la sociedad apuntaba solo a las mujeres.
Felizmente, los tiempos pasan y las mentalidades cambias (algunas, no todas). Hoy en día la mujer es algo más que el papel de madre. Y en muchos casos, tiene la libre decisión de optar por serlo o no serlo. Contamos hoy en día con más mujeres empoderadas, autónomas e independientes que no sueñan con ser las princesas del cuento, a la espera de su príncipe azul.
Hoy en día tenemos reinas que deciden libremente el camino que desean tomar, la vida que desean vivir o no vivir. Todo eso y más ha sido gracias a las múltiples luchas que las mismas mujeres han iniciado y que han conseguido grandes logros, desde el derecho al voto, al trabajo, a la igualdad de las remuneraciones con los varones (aunque aún falta) y, estoy totalmente seguro, a que más pronto que tarde las mujeres podrán tener el derecho a elegir sobre su propio cuerpo y ser libres de decidir sobre él (lo que en otros países llaman derecho al aborto). Pero las grandes luchas han ido precedidas de grandes reflexiones sobre la igualdad de oportunidades entre ambos sexos y sobre la necesidad de romper creencias falsas (estereotipos y prejuicios) sobre los roles asignados a varones y mujeres.
Y eso ha sido gracias al enfoque de igualdad de género, el mismo que no propone nada más que todos podemos llegar a ser lo que queramos, independientemente de nuestro sexo. Por ejemplo: no por ser mujer una tiene que ser, necesariamente, madre. Es preciso mencionar lo anterior, ya que estamos a horas de celebrar el día de la madre. Y, si bien es cierto que casi todos estamos felices de estar en este mundo y le agradecemos a nuestras madres por ello, hay cientos, miles de mujeres que han sido obligadas a ser madres, producto de violaciones sexuales y por la ausencia de una real política de reproducción del Estado.
Si a eso le sumamos el papel perverso de ciertas instituciones, como la iglesia, tenemos a miles de mujeres que ven truncado su futuro y plan de vida porque no decidieron ser madres, otros tomaron esa decisión por ellas.
Esperemos que algún día todas las madres festejen su día porque así ellas mismas decidieron serlo, porque un hijo no es un castigo ni una excusa para dejar de hacer las cosas, porque un hijo se convierta en una real bendición y motivación para salir adelante.
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