Las relaciones con México están llegando a extremos cada vez más lamentables. Lo que comenzó con pronunciamientos contra la salida de Pedro Castillo de la presidencia del Perú, ahora pasó al territorio de las amenazas de muerte dirigidas a funcionarios de la embajada peruana en el país norteamericano.
Un audio dejado en el buzón de voz de la embajada peruana en México advirtió la posibilidad de atentar contra la vida de quienes trabajan en estas oficinas. Ello ha originado que se pida el resguardo policial para evitar incidentes.
Lamentablemente esta situación no es de ahora, pues fue alentada durante los últimos meses por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien no reconoce a Dina Boluarte como presidenta de nuestra nación y por el contrario, se atreve a llamarla usurpadora y entrometerse constantemente con sus declaraciones en la vida política del país.
Su prepotencia lo ha llevado extremos de no permitir que el Perú asuma la presidencia pro tempore de la alianza del Pacífico, simplemente porque no quiere que este lugar lo ocupe la mandataria.
Estas situaciones motivaron que desde el gobierno peruano y el Congreso se declare persona non grata al mandatario mexicano y al embajador de este país. De la misma manera, continuaron las declaraciones del presidente mexicano que, junto con su par colombiano Gustavo Petro, no ha dejado de interferir en nuestro quehacer político.
Esperemos que las amenazas recibidas en la embajada peruana en México solo queden ahí y que no sigamos sobrepasando los límites de lo razonable en un enfrentamiento que tiene a dos países sin poder avanzar porque sus mandatarios son fiscalizados desde afuera.