El Plan de Desarrollo Metropolitano (PDM) no solo define la realidad de la mecánica urbanística de la ciudad, sino también la propuesta técnica y social futura, es decir, ¿a dónde vamos como organización de ciudad?
No es extraño encontrar en la ciudad vías tugurizadas a raíz de la construcción de grandes edificios como la Alameda Salaverry en Miraflores o proyectos inmobiliarios en la campiña, programas de vivienda con mayor densidad poblacional por metro cuadrado, iniciativas impulsadas con el soporte económico de agentes financieros, pero invasivas ante la falta de proyección de movilidad urbana.
Uno de los problemas de las zonas periféricas es garantizar el acceso a redes troncales de agua y desagüe, barrera que no enfrentan zonas agrícolas cercanas a la ciudad, distritos cómo Sachaca son un ejemplo de la invasión de cemento en la tradicional campiña arequipeña, acción que parece no preocupar a las autoridades distritales, ejemplo lumpen de proyección urbana futura.
Cada agosto hinchamos el pecho tratando de identificarnos entre “lonccos o ccalas”, pero ¿qué sería de la identidad de Arequipa sin la protección de nuestra campiña?
Nuestra campiña identifica al ciudadano arequipeño cómo un “Misti” como un señor, sin ese valor el arequipeño es un peruano más, la promesa de Arequipa convierte al poblador del sur en ciudadano completo, el dueño de un pedazo de tierra lo convierte en un ciudadano diferente al trabajador dependiente de las haciendas del norte.
El PDM debe de definir qué tipo de ciudadano queremos, la tugurización de la Arequipa histórica con la depredación de la campiña como sacrificio o la creación de ciudades satélites seguidoras de los valores que identifican la promesa de Arequipa.
Hasta la próxima semana vecinos, nos encontramos en la asociación Victoria, en el distrito de Yura.