“El Perú es un enfermo, donde se pone el dedo, salta la pus” es un descripción de nuestro país que hizo el reconocido pensador y poeta peruano Manuel Gonzales Prada a inicios del siglo XX y que calza perfecto hoy cuando han pasado más de 100 años de dicha frase.
La reflexión de ese primer párrafo existe porque nuestra nación no deja de soportar actos de corrupción que son brotes de pus que no permiten el desarrollo del país. Ya son 30 años contando desde el mandato de Alberto Fujimori hasta Pedro Castillo que nos permiten sumar que son siete expresidentes involucrados en procesos judiciales, investigaciones, o que tienen sentencia e incluso un suicidio, todos ellos salpicados por escándalos de corrupción.
El último en ser detenido y que ahora vivirá por 18 meses en el penal de Barbadillo es Alejandro Toledo quien afronta prisión preventiva porque debe ser investigado por cometer delitos de colusión y lavado de activos por el caso Interoceánica.
Toledo apodado el “cholo sano y sagrado” por su esposa Eliane Karp dejó su querida libertad y vida de primer nivel en Estados Unidos, para habitar una celda. Su historia pasó de ser el ‘salvador’ del país, luego que Fujimori destruyera la nación con su corrupción, a un expresidente que supuestamente aceptó coimas de Jorge Barata, quien le habría entregado alrededor de 35 millones de dólares de parte de la constructora Odebrecht.
La odisea de la extradición concluyó el fin de semana. Pero, la corrupción sigue enquistada en diferentes entidades del país, recuerden señores y señoras autoridades ustedes fueron elegidos para buscar hacer historia consiguiendo el desarrollo del país, no para buscar empleos a su gente, ni para tener dos trabajos para el Estado o para soló calentar el sillón, sientan amor por su territorio y no dejen que el poder los seduzca sean responsables.