Arequipa, ciudad de volcanes y cultura vibrante, ha sido cuna de prolíficos artistas que han enriquecido el panorama nacional e internacional. Entre ellos, destaca la figura de Alberto Hidalgo, poeta, narrador y figura clave del vanguardismo en Hispanoamérica.
Hidalgo nació en Arequipa en 1897 y desde sus inicios demostró un espíritu rebelde e innovador. Su obra, impregnada de una profunda individualidad y un lenguaje poético audaz, rompió con los moldes tradicionales, marcando un antes y un después en la literatura peruana.
Su labor como introductor del vanguardismo en el Perú lo convirtió en un referente para las nuevas generaciones de escritores. Fundó revistas como “Oral” y “Pulso”, espacios donde se difundían las voces más vanguardistas del continente.
El aporte de Hidalgo a la cultura arequipeña es incalculable. Su poesía, impregnada de imágenes y símbolos de la ciudad blanca, inmortalizó la belleza y el espíritu de Arequipa. Sus versos, recitados en las calles y plazas, calaron hondo en el corazón del pueblo arequipeño, convirtiéndolo en un ícono cultural de la región.
Más allá de su obra literaria, Hidalgo fue un personaje polémico y transgresor. Su actitud irreverente y su compromiso con la justicia social lo llevaron a enfrentar la censura y el exilio. Sin embargo, nunca renunció a sus ideales ni a su amor por Arequipa.
A cien años de su muerte, Alberto Hidalgo sigue siendo una figura viva en la cultura arequipeña. Su legado se respira en las calles de la ciudad, en los versos de los poetas locales y en el orgullo de los arequipeños por su ilustre hijo.
Conservar vivo el recuerdo de Alberto Hidalgo es fundamental para mantener la identidad cultural de Arequipa. Su obra, transgresora y vanguardista, nos invita a reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de la ciudad, a defender la libertad de expresión y a cultivar un espíritu crítico y creativo.