Este lunes, en la calurosa ciudad de Belém, apostada en la desembocadura del río Amazonas, representantes de 186 países asistieron a la asamblea COP30 de las Naciones Unidas, preocupados por el calentamiento global que continúa dañando todo ser vivo del planeta.
Recordemos que, durante la asamblea de París, el 2015, el 91 % de los mandatarios del mundo asumieron tareas para evitar el incremento del calentamiento climático. Ahora, sólo 57 jefes de Estado asistieron, quizá porque en los 5 Continentes están frescas las frases del presidente Donald Trump, asegurando que “el cambio climático es el mayor engaño jamás perpetrado contra el mundo. Si no te alejas de esta estafa, tu país va a fracasar”.
Si bien la ausencia de nuestro presidente José Jerí se justifica, las de los mandatarios de Estados Unidos, China y la India, los países que lideran la contaminación en el mundo, se explicarían por los beneficios que obtienen de la gran industrialización y explotación de combustibles fósiles.
El señor Trump busca convertir a su país en la primera potencia energética del mundo. Y su derecho tiene, pero no debe soslayar que 69 mil personas en el planeta abandonan diariamente sus hogares, por sequías, inundaciones, olas de calor y otros fenómenos climáticos, fruto, en parte, del cambio climático. Los gobernantes saben que el dióxido de carbono se acumula en la atmósfera a una velocidad mayor que en cualquier época de la existencia humana. O que la contaminación ambiental generó el fallecimiento de 8 millones de personas en el mundo, durante el año 2022.
Llama la atención, que el ministro peruano del Ambiente, Miguel Espichán, exponga durante la Asamblea en Belém, que el Perú avanzó el 40% en la implementación de sus medidas de adaptación y mitigación del cambio climático. El mes que tiene en el ministerio no justifican semejante mentira. El presidente Jerí debería sustituirlo.
Suficiente es recordar que los bosques de nuestra Amazonía siguen depredándose a ritmos crecientes, que la cantidad de ríos de la Amazonía que son contaminados con mercurio por los mineros ilegales e informales se triplicó en los últimos 10 años; que, en ciudades como Lima o Arequipa, la contaminación ambiental se duplicó en las 3 últimas décadas, como consecuencia del parque automotor desmesurado y fábricas que no respetan normas medioambientales.
Y no olvidemos que el 92 % de las ciudades del país utilizan sus ríos como los grandes desagües, contaminando, además, los campos de cultivo. Y aquí es oportuno resaltar el caso del río Tambo, en Moquegua y Arequipa, gravemente contaminado por la minería ilegal. Pero los “luchadores sociales” sólo satanizan al proyecto Tía María. Los grandes foros, como el COP30, están siendo boicoteados por quienes más contaminan, por lo que países como Perú, tienen su importancia a la hora de luchar por la conservación de nuestro planeta.