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Semana Santa

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Ayer, viernes 22 de marzo, se dio inicio oficialmente a las actividades por Semana Santa en Arequipa. La Semana Santa, sin duda, es un evento de gran relevancia cultural y religiosa para muchas personas en todo el mundo en general y para ciudades tan conservadoras como la nuestra, en particular. Sin embargo, como cualquier otro fenómeno social y cultural, creado por el ser humano, es objeto de crítica desde diversas perspectivas.

Una primera crítica importante hacia la Semana Santa es su tendencia a perpetuar ciertos estereotipos y tradiciones que pueden resultar excluyentes o insensibles hacia aquellos que no comparten las creencias religiosas asociadas. 

En muchos lugares, la Semana Santa se celebra de manera muy ostentosa y dominante en el espacio público (por ejemplo, las famosas procesiones diarias en Arequipa), lo que aliena a aquellos que no se identifican con esa fe o que practican otras religiones. Otra crítica común es la falta de una real reflexión sobre el significado de los rituales y símbolos asociados con la Semana Santa, por ejemplo: ¿por qué se debe recorrer determinada cantidad de templos el Jueves Santo y no otros tantos? O ¿Por qué no se puede comer carne? O ¿por qué ayuno, penitencia y oración? Muchas personas participan en estas celebraciones de manera automática, sin cuestionar el contexto histórico, las implicaciones culturales o el mensaje ético y moral que se supone deberían transmitir.

Tal vez la crítica más importante es que la Semana Santa se ha convertido en un espectáculo más que en una reflexión espiritual profunda. La comercialización y la excesiva atención en aspectos superficiales, como las procesiones elaboradas o las representaciones dramatizadas de la Pasión, alejan el foco de la verdadera esencia de la celebración religiosa. Además, en algunos casos, la Semana Santa es un momento de excesos y comportamientos poco saludables, como el consumo descontrolado de alcohol o la participación en actividades de riesgo, la gula o consumo excesivo de platos típicos de estas fiestas, viajes de turismo aprovechando los días feriados, etc., lo que contradice los principios de moderación y respeto que se supone que la religión cristiana promueve.

Pero valgan verdades, la Semana Santa es un momento para todo lo anterior: desde la reflexión y oración hasta el espectáculo y el exceso. Es lo que hay, es lo que se observa y seguramente con el pasar del tiempo esto irá cambiando. Lo que no debería de trastocarse es el mensaje que ese pobre carpintero llamado Jesús nos enseñó: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. La ausencia del amor parece ser una constante en nuestra sociedad contemporánea.

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